Estuve tanto tiempo después de aquellas vacaciones ansiando una noticia suya, interesado por avanzar mis sentimientos, la busqué por todos los sitios posibles sin encontrar la manera de localizarla, se había volatilizado cualquier indicio pensé que no caería en el olvido pero pasaron los meses, de ahí los años… y la memoria comenzó a olvidar, tan hábil como para sustituir los recuerdos por otros, como para que la conducta tome diferentes caminos guardando en un baúl de los recuerdos lo vivido sin saber de ella hasta aquel día.
Entré en mi portal directo al buzón llevaba días esperando un pedido que había realizado en una página de internet y al abrirlo retiré lo que se encontraba, subiendo las escaleras hasta mi piso fui descartando la propaganda del correo, nuevamente no había ningún aviso. Cuatro cartas en mi mano derecha y la izquierda manteniendo una balanza con cuatro papeles de comida, de lo cual deduje lo mucho que me llegaban a conocer (se habrá puesto todo el barrio de acuerdo para que no me falte de nada) metiéndome en mi casa mientras que mi pie abría el cubo de basura y lanzaba tanta publicidad.
Posando las cartas en la mesa del salón me fui a por una cerveza y me senté en el sofá para ver las dolorosas. No suelo ser muy pesimista, pero para que me voy a engañar, cada vez que uno mira el buzón no se suele encontrar una carta con un cheque en blanco.
Miraba la del gas sin sorpresa, la luz (otra vez se han disparado con la tarifa los chupatintas), el agua (más de lo mismo) y una carta sin remitente con varios sellos.
No me lo podía verdaderamente creer y mientras que mis ojos se abrían como platos mis piernas se ponían encima de la mesa y tragaba saliva mientras que leía:
Hola Pablo:
Pensarás en este momento como me atrevo después de cuatro años escribirte sin haber dado noticia mía en todo este tiempo, espero que logres leerme hasta el final, me ha sido un tanto difícil localizarte aunque supongo que para ti si lo trataste de hacerlo, lo fue mucho más. Primero de todo me presento para ti si no te has olvidado del todo, soy Vanesa Pino, aunque mi nombre real es Olga Verdine.
Perdona ya de entrada sentirte totalmente engañado, el no darte mi verdadero nombre en su día tiene su explicación, te podía haber llamado ya que también localicé tu teléfono, pero sabía que la conversación se podía haber quedado a la mitad y necesito que me perdones puesto que hay cosas muy importantes que debes conocer
Me estaba quedando totalmente de piedra, no podía saber el cúmulo de sensaciones que me habían atrapado. Lo mejor y lo peor me invadían por dentro. Me levanté sin ganas de continuar leyendo, recorriendo el pasillo de un lado al otro confuso. ¿Verdaderamente quería continuar leyendo? Los nervios se apoderaban de mí, respiré hondo yendo al baño para mojarme varias veces la cara y una vez logré serenarme algo, volví a regresar al salón. Agarré mi cerveza apartando a un lado todas las cartas incluida la de Vanesa ó más bien Olga, hacia la otra esquina de la mesa.
La cerveza cayó por mi tráquea en un solo trago y no pude evitar querer saber más, a fin de cuentas había estado mucho tiempo tratando precisamente de eso, saber más de ella.
Todo lo que ocurrió en las vacaciones de aquel año fue real, mis sentimientos no los voy entregando así como así (por más que te choque que mi nombre no sea el que tu conocías) Te aclaro esto porque no quiero que pienses que cada día que estuvimos juntos, fue una mentira. ¡Ni mucho menos! Pero hay cosas que no podía desvelarte, por ejemplo mi trabajo (que si lo tengo aunque te hiciera en su día pensar que no) Piensa aunque te sea difícil, que precisamente por mis sentimientos, tratara de ocultarte todo lo que a la larga pudiera perjudicarte.
El telefonillo sonaba y la carta se quedaba de nuevo a la espera, el cartero traía supongo mis piezas. Al escuchar el ascensor abrirse, asomé por la mirilla mientras el timbre a la par sonaba.
̶ Buenos días ¿Pablo Persells?
̶ Sí soy yo.
̶ Necesito que rellene estos datos para recoger un paquete. Ahora me echa una firma por aquí. Perfecto, gracias buenos días.
Un aparatoso paquete en mis manos que observaba mientras cerraba la puerta. No le di importancia ni verifiqué si era lo que suponía estaba esperando.
Me podía la curiosidad de conocer que tan importante ocultaba Olga.
Dejé el paquete en la mesa y continué leyendo.
¿Recuerdas los momentos que pasamos? No quiero ponerte en este momento en una situación extraña por cómo te está llegando todo después de tanto, pero yo me acuerdo de cada uno ¿recuerdas la pulsera de piel que te regalé? Espero que la guardases al igual que yo tus detalles, porque si la tienes… necesito que la cojas.
Claro que la había guardado la tuve durante mucho tiempo puesta hasta que comprendí que debía de cerrar un episodio de mi vida, me levanté del salón y en la cómoda de mi habitación en una cajita tenía guardados varios enseres entre ellos aquella pulsera de piel negra trenzada artesanalmente y con un rectángulo de acero donde estaba grabado mi nombre, la cogía recordando el momento en el que Olga me la dio volvía a recorrer el pasillo y dejando la pulsera en la mesa seguí.
La chapa de acero rectangular donde pone tu nombre sepárala de la piel, tranquilo no estoy loca, hazlo.
Verdaderamente me conocía más de lo que pensaba porque la carta predecía mi comportamiento, me daba lástima tener que destrozar aquel recuerdo así que traté de retirar la chapa con mucho cuidado. Logrando retirarla sin continuar leyendo le di la vuelta y vi que ponía AHORA ME ENTENDERAS. En letras mayúsculas.
Me quedé perplejo ¿esto tenía que pasar? Todo estaba organizado y yo tenía que conocer algo que en ese momento desconocía. Pensando en el día que recibí esa pulsera, me vino a la cabeza que fue a finales de los dos meses de estar juntos, muchos más días no pasaron de recibirla y después distanciarnos.
Después de tanto tiempo intentando memorizar ese verano… si podía haber guardado algún misterio cada una de nuestras citas, hasta el punto de acabar enganchado a ella como una droga.
Pero no, no comprendía nada, me tenía que desintoxicar un poco de todo lo que mi tarde había cambiado sin esperarlo.
Me quedé mirando las cartas y opté por abrir el paquete que permanecía a la espera, puede que los cascos que había pedido por internet me hicieran quitarme la comedura de cabeza.Abrí las solapas de la caja y un protector de pompas cubría una caja que me hacía quedarme atónito, esto no era lo que yo estaba esperando, ¿se había podido confundir el cartero? Miré por fuera la caja y aparecía mi nombre sin ningún dato más, solo mi nombre y dirección.
Una caja de terciopelo verde se encontraba dentro, inspiré fuerte como si me faltase el aire y cogí una botella de whisky de mi pequeño minibar la puse encima de la mesa y completé el poder servírmelo en un vaso con varios hielos echando lo justo para cubrirlos, resoplé sentándome para descubrir el contenido que me esperaba.
Un libro de familia, otro sobre lacrado y no quise seguir sacando sin ir tratando de comprender.
Entonces la placa de mi pulsera que se había quedado en segundo plano volvió a resaltar.
AHORA ME ENTENDERAS.
Verdaderamente deduje que directamente eso es lo que tenía que entender. Todo parecía un puzzle para componer y tenía que dejar mis sentimientos a un lado para poder recibir todo sin confusiones porque se había tomado muchas molestias Olga después de tanto tiempo en decirme algo.
Puse su carta a mi lado y abrí el libro de familia. Leí por encima y puse otros 3 dedos más de whisky en la copa.
Estaba claro que Olga había sido madre, según aparecía en aquel libro de un niño y se lo registro como madre soltera.
¡No podía ser! Los peores pensamientos pasaron por mi cabeza. Entonces el sobre lacrado era lo siguiente una prueba de paternidad ante mis ojos y para mi asombro donde mi ADN verificaba que había un 100% de probabilidad de aquel hijo fuese mío.
¿Pero como entonces no había dado señal alguna de vida?
Volví a mirar el libro de familia las fechas rondando cuando lo dejamos más un embarazo y el registro cuadraban no podía tener más duda miraba la hoja que había tratado de ignorar y veía que Pablo Verdine era una parte de mi.
En un momento pasaba de tener una vida normal a ser un padre de un hijo que no conocía.
Volví hacía la carta de Olga y continué leyendo.
Si las cosas han salido como esperaba ahora es como digo cuando empiezas a comprender, esta carta te la escribo porque puede que sean mis últimos días. Soy una espía y hasta ahí te puedo contar para no perjudicarte, como traté de hacer en su momento. Soy la primera que por mi trabajo he perdido tanto… Los dos meses juntos acabaron trayendo (de la única persona que he amado) el núcleo que les acabaría juntando llámalo destino porque como comprenderás por mi trabajo lo que menos me esperaba es ser madre, pero al saber que era tuyo no podía negarle la opción de vida. Ya que había nacido fruto del amor. No sé si realmente me creerías y ante la duda veinte días antes de separarnos y conociendo mi situación, me encargue de tomar el ADN necesario para demostrarte que Pablo es tuyo. Sigue mirando las cosas del paquete.
Me sentía en su carta hasta observado como si una cámara oculta ordenase mis movimientos abrí otro sobre con olor a revelado y un montón de fotos me mostraban a mi hijo Pablo que sacaba una sonrisa en mi rostro. Estaba claro que no me desentendería de él aunque todo esto fuera una maldita locura.
No había nada más dentro de la caja y seguí leyendo el final de la carta de Olga.
Pablo nuestro hijo está protegido en la casa de una amiga que tampoco conocía nada retirado del lugar donde ahora me encuentro, si has recibido esto es porque sabía que Jen Panfie jefe de una mafia me iba a capturar para sacarme toda la información de las personas con las que trabajo y posiblemente matarme. No te preocupes, yo soy conocedora de los riesgos que implicaba mi trabajo estaba preparada para esto solo quiero que sepas que siempre te quise y que no tardes en recoger a nuestro hijo.
La carta terminaba con la dirección.
Organicé todo para realizar un viaje hasta llegar al encuentro de Sofie, la mujer donde se encontraba nuestro hijo a salvo.
Me encargue de llegar hasta él, que se tiró a mis brazos como si Olga le hubiera puesto cada día mi imagen y supiera quién era.
Una vez organicé todo para tener una nueva vida, moví los hilos pertinentes para conocer si Olga seguía en algún lugar.
Ella me conocía pero no tanto como para saber todo sobre mí, me costó poder dar con su paradero unos amigos se encargaron de localizarla unos muy buenos amigos militares que de otros asuntos me debían algún favorcillo. Lograron encontrarla muy pertrechada pero viva. Entonces decidí que la nueva vida fuera para los tres. Cambié su pasaporte, tarjetas, todo. Inclusive en el hospital privado donde la atendieron varios cirujanos y buenos colegas, la cambie la imagen, esa que me permitió querer conocerla por otra que me dejase vivir durante toda nuestra vida juntos.
Hoy después de mucho tiempo, muchos meses, muchos años, las cosas han cambiado mucho, tanto que hoy tenemos la casa repleta de invitados, salimos al jardín donde una enorme carpa llena de flores nos espera. Hoy después de tanto veo sonreír a Olga mientras se escucha música y se hace el silencio. Hoy nuestra vida comienza.
El sacerdote continúa diciendo:
̶ Y tú Olga ¿Aceptas a Pablo como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
̶ Si, acepto.
Olga lo dijo con sus ojos mirados en mis ojos habíamos tenido ambos una vida llenas de secretos que se quedaban totalmente atrás.
Concluía el sacerdote diciendo:
̶ Ustedes han declarado su consentimiento ante la Iglesia. Que el Señor en su bondad fortalezca su consentimiento para llenarlos a ambos de bendiciones. Lo que Dios ha unido, el hombre no debe separarlo. Yo os declaro Marido y mujer puedes besar a la novia ̶
Posiblemente (pensaba al verla después saludando a los invitados mientras sostenía a mi hijo en brazos) conocíamos una vida llena de emoción, de acción de adrenalina y ahora juntos habíamos decidido cambiar todo eso por una vida llena de emociones, de acciones compartidas y de una vida familiar.
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