jueves, abril 25 2024

LA EXPEDICIÓN by Silvia Salafranca

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Me costó más de tres años ahorrar para ver aquello que tenía ante mis ojos, mi gran oportunidad y la realización de mis sueños sonaba en el crujir de mis pisadas. Por fin estaba en el interior de  una selva muda de cualquier sonido de ciudad y trasiego; en el contraste de un concierto natural.

La expedición la realizábamos seis compañeros con dos nativos que nos guiarían a su interior, tratando de encontrar aquello que el ojo humano no había alcanzado aún.

Como fotógrafa, muchos reportajes cayeron dentro de la ciudad para cubrir una pequeña galería de arte que finalmente habían dado sus frutos económicos para poder encontrarme ahora allí, en un lugar tan diferente a mi tipo de vida, respirando lianas que estrangulaban árboles formando un laberinto verde en nuestro camino, sintiendo llenar mis pulmones mientras mis pesados objetivos y cámara (en una mochila casi más grande que yo) me impedían caminar al ritmo de los nativos que con sus machetes, nos iban metiendo poco a poco en una guarida donde nosotros nos convertíamos en presas de lo desconocido.

Óscar mi pareja amante de la naturaleza y el deporte se acercaba en uno de los altos del camino y me decía:

̶  Mira que has soñado con esto cariño y aquí estamos para llevarnos no solo la experiencia sino un magnifico reportaje. Dame un beso Eva ¡eres una campeona!

Me abrazaba tiernamente demostrándome como hacía siempre, que estaba a mi lado.

̶  Gracias mi vida,  lo que está seguro es que este viaje que no sabemos si lo podremos repetir, no lo olvidaremos.

Le sonreía guiñándole un ojo y continuábamos entre los claros y oscuros de la selva.

El resto de compañeros hacían este viaje por diversos motivos, observaba como Juan cogía muestras. Supongo que como biólogo le era imposible no hacerlo al igual que a mí no llevar el objetivo apuntando a todo lo que captaba mi atención y así cada paso se combinaba con el sonido característico de mi cámara a cada disparo.

Habíamos dejado la avioneta a pocos kilómetros de nuestro viaje y habiendo comenzado con la expedición tan temprano… llevábamos un ritmo agotador. Ya nos habían explicado los nativos que de no ser así, nos veríamos sin luz en plena selva y debíamos llevar un paso ligero para poder buscar un enclave apropiado para acampar.

Pero la alta humedad por las lluvias de días atrás, hacía que cada paso mellase las piernas, las pisadas en muchas ocasiones no resultaban certeras e inevitablemente paralicé al grupo por un tirón en el gemelo.

Óscar vino directo para desabrocharme la mochila y masajear mi pierna, pero Samuel cogió de su mochila un ungüento.

̶  Toma, dale unas buenas friegas en el gemelo.

̶  ¿Qué es eso Samuel?  ̶  pregunté. El rio de buena gana:

̶  Jajaja, como cazatesoros Eva hay cosas de otras expediciones que ya no faltan en mi mochila en dos minutos estarás estupenda.

De pie, observaba al excéntrico millonario, al que gracias a la compra de gran parte de mi galería nos encontrábamos allí, pero con la condición de apuntarse a este viaje. Jhon tenía aquello que llamamos dinero por castigo y su portador creo que estaba agradeciendo mi pequeña parada técnica para descargar un poco de su peso.

̶  Óscar ya está, que al final me desgastas el gemelo. Ya parece que estoy mejor.

̶  ¿Quieres que lleve algo de tu mochila? Decía mientras miraba como podía aligerarme el peso.

̶  No de verdad, estoy bien.

̶  Vamos tortolitos. Dijo Jhon sentado con un abanico mientras que su portador volvía a coger todas las cosas.

Unas curiosas plantas captaron mi atención antes de reanudar el camino y a pesar de las fotografías que les hice en macro, una de ellas la corté para llevármela conmigo.

Los nativos siguieron abriendo camino en aquel paraíso hasta que los tramos de luz se iban haciendo menos perceptibles y en uno de los espacios menos cubiertos se pusieron a limpiar toda la zona diciéndonos que acamparíamos allí.

El campamento era sencillo puesto que el peso era lo que no nos permitía avanzar y exceptuando Jhon con una tienda que parecía un dormitorio el resto nos veíamos casi con lo puesto y unas sencillas tiendas para poder pasar el resto del día.

Fue entonces cuando sentada dentro de ella me puse a mirar las últimas fotografías, y donde el sorprendente viaje pegaba un giro de 180º.

Aquellas flores ampliadas en macro me mostraban unas extrañas luciérnagas con cuerpo humano. Me frotaba los ojos porque trataba de eliminar el cansancio que me pudiera estar haciendo delirar. Miraba a todos buscando palos y madera para hacer una pequeña hoguera y yo después de ampliar varias veces la fotografía, sacaba de mi bolsillo aquella flor que me había conquistado. Un capullo se centraba en su interior por más que trataba de ver lo que mis fotografías mostraban todo era aparentemente normal. Asome desde mi tienda y en la poca luz que aun se introducía en los claros me dio la sensación de estar rodeados por aquellas flores. Traté con cuidado de separar aquel capullo que habitaba en el centro de la flor y un líquido impregnó mis manos entonces todas las flores se abrieron iluminando nuestro campamento como una aurora boreal.

Juan dejó una gran montaña de palos en el suelo y me vio con las manos fluorescentes.

̶  ¿Qué es eso? ¿Qué has cogido?

̶  No lo sé, una flor que encontramos en el camino como todas las que nos rodean, me llevé una y he tratado de abrirla, pero observa las fotos.

̶  ¡Es increíble!  ̶ Dijo tras ver las fotografías.

̶  Déjame ver la flor que cogiste. Para sacar una lupa y una linterna potente que la apuntaba.

̶  Creo que sin querer has matado a uno de estos seres.

̶ Yo, pero… ¿qué son? Si solo era una flor.

̶  Eva no me vengas con esas, ¡es un ser vivo! Pero ya no se puede hacer nada.

Todos a medida que aumentaba la luminosidad de aquellas plantas se agruparon en aquel improvisado campamento, la hoguera no necesitaba encenderse para ver como si tuviéramos un sol encima. Uno de los nativos se acercó al ver mis manos, miraba mis palmas arriba, abajo y se puso hablar con el otro nativo en un extraño idioma que ninguno entendíamos.

La fuerza de aquella luz se iba haciendo por momentos más intensa, tanto que llegaba a comenzar a doler en los ojos entonces vi a Óscar caer, de seguido a Jhon y mis ojos se cerraron.

 

Me encontraba en la galería, invadida por gente interesada en mis fotografías, con la sensación de que próximamente podría alcanzar mis sueños para hacer ese viaje deseado en la selva, entonces se me acercó un hombre muy estirado.

̶  Buenas tardes, mi nombre es Jhon, usted es la autora de estás fotografías ¿verdad?

̶ Sí mucho gusto.

̶  Estoy interesado en toda su colección o casi toda me parece un fantástico trabajo. ¿Tiene alguna expectativa de próximas fotografías que se alejen de la ciudad?

̶  Sí, de esto depende mi próximo viaje. Un reportaje al interior de la selva.

̶  Ok, entonces no se hable más le extenderé un talón por las obras de su galería a condición de poder ir a esa expedición.

No había transcurrido mucho de cerrarse la galería y haberle contado la estupenda noticia a mi pareja cuando ambos nos metimos en el cuarto de revelado para mirar unas fotografías que no habían podido ser expuestas para esa ocasión. Entonces una marca se iluminaba en la oscuridad de aquel cuarto en mis manos. Salíamos de allí y Óscar me preguntaba por aquello que a la luz del día no se apreciaba. Me lavé las manos y una vez secas miré mi material y me paré en mi cámara. Comencé a pasar fotos pensando que ya las había retirado todas de la memoria. Una apasionante selva se mostraba ante mis ojos, sin poder recordar absolutamente nada, llegaba a la última fotografía una hermosa flor en macro que me impactaba, pero ambos asombrados de dichas fotografías donde inclusive aparecíamos no lográbamos conocer cómo era posible.

Con más ganas que nunca me puse en contacto con varios compañeros y al igual ellos con otros, mis deseos de adentrarme en la selva habían cobrado más fuerza que nunca.

Revelé las fotografías de la cámara antes de que aquel viaje se produjese, verdaderamente tenía algo que podía resultar de un cuento de hadas en mis capturas, algo que revolucionaria el interés de muchísimas personas. Existía otro tipo de vida puesto que esa forma luminosa era una mujer. Entonces mi cabeza recapituló toda aquella información, comprendí que mis fotografías no podían salir a la luz, porque el hombre es el único que por curiosidad, va poco matando el planeta y sus seres entonces mis ganas de alcanzar lugares desconocidos en el mundo, pasaron al plano de no querer conocer más y solamente retratar lo conocido con mis mejores fotografías.

Volvimos de aquel viaje con un impresionante reportaje quizás no de algo diferente pero si único. Volví con la sensación de haber tenido la oportunidad de mejorar mis actos y el enfoque de mi vida. Con dos reportajes diferentes en mi vida, uno que ni recordaba cómo y otro lleno de selva y animales.

Volví con la extraña sensación de que no siempre el hombre, tiene que tropezar con la misma piedra.

 

 

 

 

 

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