viernes, abril 19 2024

Fotomatón: La nostalgia y la melancolía no son precisamente tus mejores compañeras de viaje by F. Spoiler

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1º parte ― La nota

Me estoy muriendo… el tóxico que me inocularon antes de entrar en este infierno, está haciendo efecto, lo noto, se remueve y agita dentro mis entrañas… y en estos instantes finales, mi único objetivo es escribir esta breve nota. Si alguien más es capaz de atravesar (como lo hice yo), este cruel laberinto donde solo existe una única vía de aceso, nunca de regreso. A no ser que quien  logre llegar hasta mí sea un inventor, un mago o un alquimista de la ilusión. En ese caso, si me llega a leer, que sepa que, fue Aurora, mi esposa. 

2º parte ― Aurora

No sé por qué lo hice.  Tal vez fue la nostalgia, el recuerdo imborrable de nuestros paseos por los inmensos jardines de la plaza real, lleno de nenúfares, claveles, narcisos, o su estanque lleno de peces de colores y diferentes tamaños, dónde su risa franca y cargada de bondad, me enamoró. No, no sé por qué lo hice: ¿fue su traición? ¿O tal vez todo el dolor que me provocó su desamor? Un escalofrio de dolor y mucho de rabia subió por su columna.

¿Y qué más daba ya? Roberto murió. ―¡Aurora! ― Una voz conocida gritó a su espalda. 

26 de octubre 1881.

Doc Holliday se sacó del bolsillo interior de su brillante chaleco una onza de plata y la depositó con amabilidad en la cesta de la pequeña vendedora de flores mientras le decía con voz aguardentosa de licor:

― Cógela y aléjate de aquí, en unos instantes este lugar se va a convertir en un infierno. La niña no se hizo de rogar, recogió la cesta y salió disparada. Le conocía bien, sabía que aquel pistolero no hablaba en broma. Una bronca voz se dejó oír, era Wyatt Earp, llevaba un pesado libro en sus manos, la Biblia. 

Á súa nai.

Tras apapachar a su hijo con un beso, demostrándole cuánto amor podía ofrecerle con solo un gesto. ―Cariño, musitó nai, siéntate.  Antoiño miró á súa nai con picardía mientras murmuraba: ―Qué bien sabe mi nai atalantar sin siquiera despeinarse. Te voy a preparar unos melindres de Silleda. Te vas a chupar los dedos. Volvió a acariciar al pequeño. Una hora más tarde lo llamó  «jugaba en la calle con la nieve», y le puso chocolate caliente en una jícara y un buen puñado de melindres recién hechos. Dando buena cuenta de ellos el niño, mojándolos en el chocolate naturalmente.

Adiós, vida.

Repaso hoy aquí mi vida. No existe otro motivo que éste, mi maltrecho cuerpo vive sus últimos instantes de luz (o lucidez). A la misma vez me duele que me abandone el alma.  También ésta se duele y apaga.   Siento que una fea sombra ocupa ya su lugar. Mi historia, tristemente para mí, llega a su final, y no, no veo ninguna luz o fuego al final del túnel ¿será que jamás me sentí pecador o que en realidad ignoré adrede al pecado? Una fría daga invade mis intestinos. No creo en el pecado pero, ¡estoy en el infierno! 

Amanda.

En este atardecer plácido y tranquilo, contemplo la inmensidad del océano, junto a mí cerveza helada y al lado un revistero, donde guardo revistas musicales (las que me recuerdan a ella). La que más, ésta que tengo ahora en las manos, la primera edición de la revista «los 40 principales» de septiembre del 2004 donde el reportaje central fue para su cantante favorita, la extremeña Bebe. Su primer single «Malo», Fue el que nos unió “te esperaré siempre Amanda”.  Bueno, eso si no me cae un asteroide o un rinoceronte encima. Y todo sin saber qué leches es un pizzicato. 

Amarte hasta el final de mis días.

Vilchez sacó decidido el cuchillo del cuerpo, fue al aseo y limpió con agua. Después se echó a dormir. Su sueño fue inquieto, un duermevela que lo dejó exhausto. Soñó con ella, con Inés. Estaba igual que cuando la conoció, joven, atractiva, bella y llena de vida. Lo increible fue el trabalenguas que soltó… ni lo recordaba. El ambiente  era húmedo, flotante y apestoso. Vilchez olisqueó el aire… allí olía a muerto. Bailo sobre sus pies levantando los talones. Tenía que volver al trabajo y grabar el tema principal de su nuevo disco; «amarte hasta el final de mis días».

21

Aquella navidad todo mi esfuerzo por disimular fue inútil… Cuando me lo dijo, mis Sueños se fueron al suelo hechos añicos… el silencio lo invadió todo, solo escuchaba el latir angustiado de mi corazón. ¿Y nuestra meta? ¿Dónde quedaba ahora nuestra meta?

Mi alma murió en ese instante. ¡Dios, se iba! ¿Qué sería de mí ahora sin su sonrisa? Nunca más volvería a sentir sus besos, sus caricias, recibir en mi cuerpo su pasión…

Mis pensamientos, los únicos vivos allí, gritaban. ¡Veintiún años…! ¡Toda una vida por vivir! ¿Y ahora? ¿Qué mal hizo ella para merecer ese precoz final?

Amor en profundidad.

Es muy fácil enamorarse cuando te dejas guiar por el corazón y dejas libre elección a los sentimientos o no dudas en vivir el amor en profundidad. Sobre todo cuando no lo buscas, ni lo eliges, tampoco te lo exiges ni se lo impones a nadie, pidiéndole fidelidad. El amor ha de ser libre, regalado, obsequiado sin mayores exigencias, como gesto al prójimo de generosidad. Tampoco importará a nadie si éste se regala o comparte con mujeres u hombres ¿qué más da? lo importante en realidad es que se viva y disfrute siempre con mucha paciencia, ilusión, esperanza y bondad.

Arrebato.

Tuve dudas, muchas pero, ante el Clamor, como ola embravecida golpeando contra las rocas. El bombeo de mi corazón me avisaba, sin Letra, Gesto malicioso o manifiesto. Opté por lo intempestivo de mi Arrebato y me lancé, sin red y sin protección alguna, a alcanzar mí meta más deseada y largamente añorada, tú. Sé que fue un Dislate, un disparate, una comunión de errores que me llevaron, uno tras otro, a cometer los mismos desaciertos… creer, iluso de mí, que podría conquistarte… otra vez. Fuiste elegante, declinaste mi invitación con un gesto, cerraste todo el puño menos el dedo medio…

¡Qué vida más dura la del escritor mediocre! Pensé, mientras releía algunos de mis micros de no más de cien palabras. Escritos solidariamente para una organización sin ánimo de lucro. “Cinco palabras”, ese era su nombre, y en ella dedicábamos toda una asociación de escritores solidarios parte de nuestro tiempo, fuesen minutos u horas, una vez por semana y de manera noble y solidaria. En ella, siempre algún famoso, ya fuese actor, cantante, músico, fútbolista o político, nos daban cinco palabras y con ellas (y sin cambiar su órden) debiamos componer con ellas un micro o poesía.

Esta organización la conocí por internet, en mis redes sociales, bueno, no sé si por Twitter o Facebook. De alguna manera, el poder hacer algo por los demás (aunque fuese tan poco) me hacía sentir menos mierda de lo que era… un escritor fracasado y un ser humano espantoso. En fin, cada uno se satisface con lo que puede o le dejan ¿no? Fin.

 

 

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