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La muy querida by Graciana Faggioli Re

c731ceb6ca204e8bf4210d46a213b857 Presento a una prima... Graciana -j re Elena es la única que quedo con vida de una familia de cuatro integrantes y ella sabe que ha dejado pasar el tiempo sin haber hecho el duelo. Se lo decía siempre a su amiga. Elena sabe que tiene que transitarlo una y otra vez reviviendo cada momento en el que se formaron las heridas  —debía sanar—eso le había dicho su psicólogo. El día que fue a consultarlo porque ya no sabía  qué  hacer con sus emociones. Seguramente había perdido la «armadura »que se había formado de niña y que si bien la protegía le hacía daño a la vez porque no le permitía ser lo que deseaba. Ahora sentía que caminaba por la vida desnuda y a corazón abierto y eso la asustaba. Pero no le resulta fácil, andar así. Es que no estaba acostumbrada; de niña fue creciendo sin permitirse sentir pero ahora de adulta. Siente que  le cuesta mucho vivir sin mascara. Sera un tiempo de soledades, de encontrarse y escucharse, mimarse, quererse y aceptarse, de introducirse en su verdadero mundo en el que seguramente será la única protagonista. Se ha prometido que ya no habrá más figuras, solo importara ella. De ahora en más Elena sabe que debe amarse a sí misma si desea sentirse plena. El silencio y la soledad serán sus aliados, ya no serán enemigos que deba enfrentar, avanzara junto a ellos hacia una vida de paz y amor. Ella intuye lo que desea, ya se ha diseñado y lo que ha elegido no ha sido en función de demostrar nada, ya no es necesaria esa actitud. Es, también, el camino del encuentro con personas que la ayudaran a sanar su alma porque quizás ellos entenderán sus lágrimas. Dejará de escuchar voces y confiara en su voz interior en su intuición, en su sentir tan dulce y trasparente basado en el respeto. Emprender este tipo de caminos sabiendo que aun lleva consigo varias mochilas que es necesario vaciar es de valientes. El coraje le dará la fuerza necesaria para avanzar y la luz del conocimiento ira mostrándole el camino. Las respuestas fluirán abriendo puertas antes cerradas y quizás, de pronto, surjan las preguntas que le quitaban el sueño y desaparecerán. Elena sabe que la respuesta será solo ella. Elena atravesó el umbral de aquella casona, ya no sentía miedo y allí vio a su madre, a su padre y a su hermano que la esperaban a comer. Una hermosa escena familiar tantas veces soñada. Se sentaron todos a la mesa  y Elena pudo al fin decir lo que siempre quiso: aunque solo sea yo la única que quede con vida seguiremos siendo una familia y lo que alguna vez nos unió nos mantendrá siempre. Si bien cada uno de ustedes tuvo una transición diferente creo que aún podemos, aunque sea solo en sueños compartir una mesa de domingo.

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