Lucía Albarrán era bailarina de flamenco. Su fama había alcanzado allende los mares. Gente de todo el mundo acudía a ver su espectáculo en el Tablao Flamenco los Gallos en Sevilla. Lucía dominaba los palos flamencos; sus cantos y bailes sevillanos se le metían por el cuerpo a los espectadores, que quedaban fascinados con el taconeo de sus zapatos rojos y sus vestidos de lunares.
Esteban Reyes era su marido. La amaba con pasión enloquecida. Solo él sabía el secreto de sus rítmicos taconazos. Tenía las piernas de palo.
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Add yoursReblogueó esto en melbag123y comentado:
Un microcuento.