viernes, abril 19 2024

DE LA FAUNA DE OCEANO ABISMAL by Felix Rosales Antunez

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Lo seleccionan antes de nacer, y le insertan un chip en sus entrañas al calamar gigante. El profesor. Hombre metódico que sigue las doctrinas de la convención. Es un multidisciplinario, siente un respeto religioso por la pulcritud y el orden. Cuando la atracción emocional lo invaden, es propenso a un desorden, pero puede controlarse desde la última vez que sintió aquel ataque de pánico, solo a veces si se estresa tiene que doparse. Hoy se encuentra solo en el laboratorio y comienza con su rutina maniática. Cada papel en su lugar, sin dobles ni arrugas sobre una larga mesa a niquelada, el computador con todos los accesorios. Frente a él una pared hace la colosal pecera, donde el animal gigante se mueve con gestos majestuosos, se expande buscando las fronteras de las aguas, es como un sueño, la prolongación de la vida, concatenación de fauna de océano abismal, es algo brutalmente bello, rosado como la piel humana, ausente, ingenuo emprende una carga con su cuerpo como inflando un estoico ego. El hombre observa una danza en la luz que viene de una oscuridad y le sobreviene una sensación de pánico, como si de pronto hubieran iluminado su sórdido cuarto y lo fueran a filmar, su instinto gregario de investigador lo consuelan, hasta que la paz no venga de su médula le es imposible reanudar su trabajo.

Es cierto vive solo con su madre y el deber. Tiene un cuarto, la cama y un espejo para el soliloquio y la transfiguración, la madre siempre le dice:
—El hombre es para el matrimonio, yo no soy eterna.
—Tengo perspectivas madre.
—¡¿Perspectivas de qué? —dice la madre.
—Para todo mamá, para todo… al asunto, al orden —Y vuelve de nuevo a acomodarlo todo sobre la mesa sin prisa—. El proyecto —dice—. Molusco —Se incomoda, así le nombraban los burlones, cuando niño.

Molusco cefalópodo, conocido vulgarmente como Calamar Gigante. Considerada criatura mítica, desde la antigüedad. Su inmersión es profunda, mide más de diez metros de largo.
Este ejemplar macho es el primero capturado para su estudio.
Pasan frente al profesor interminables brazos que ofrecen sus ventosas carnosas y suculentas. No lo puede distraer el morbo, porque en estas secuencias tiene que medir el largo de los tentáculos pues una característica de estos calamares es que sus tentáculos crecen por días; una para librarse de los cachalotes y otra para alcanzar sus presas. Y está advertido el profesor, que tiene que medir pues en cautiverio puede ser insospechado el crecimiento repentino de sus brazos. Tiene que ser como un campeón de juego ciencia; por el aguzado instinto del calamar. Recuerden que esta colosal pecera fue diseñada para el estudio de este exótico y sofisticado animal, que burla los laberintos hechos de cristales y espejos; y este hombre tiene algo personal con el espejo de su cuarto.
—Recuerde profesor —le dijo el director—, ya este ejemplar se reconoce en los espejos, burla los laberintos y de acuerdo a su astucia hay que abrir y cerrar compuertas…

Absorto en los pensamientos no advierte que la secuencia de las ventosas y los tentáculos han cesado, y ahora unos ojos inmensos y de un azul marino tan profundo como el dulce abismo lo observan minuciosamente y ya es tarde y como un pollito alcanza a decir pío, el narcisista era yo no el animal. Uno de los ocho brazos…, siente la caricia y la succión de una banda elástica que lo electrifican suavemente.

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