viernes, abril 19 2024

Carta a mi nieta 2020 Mel Gómez

b3bd94d0d9571189201c04ad27a36949

Atada a las memorias de pluma y de papel, de pinceles de colores, pintando amaneceres de la tierra que me vio nacer, mi querida Ariana, la niña que fui debe pedirte que luches y no te dejes vencer.

Érase una vez, cuando tenía tu edad, debía aprender de la fauna y la flora a través de coloridas láminas, dibujos y fotografías, pues en nuestra isla no había las especies salvajes y silvestres que en ellas se mostraban. Me maravillaba la naturaleza en toda su extensión, su diversidad y belleza. Me ensimismaba ante el fresco conocimiento que mis profesoras —monjas—, me inculcaban, sabiendo que el amor que por esas criaturas dejaban en mí, garantizaba de algún modo, su permanencia en la tierra. Entonces existían plantas, flores, mamíferos, pájaros, reptiles e insectos de todo tipo, y la esperanza de que algún día me tropezaría con uno de aquellos hermosos ejemplares, que solo conocía por coloridos papeles, era una promesa lejana, pero, en fin, una promesa.

A través de mi vida he viajado a sitios donde he podido admirar a algunos de esos seres qu comparten su existencia amenazada por el ser humano. Muchos de ellos maltratados en circos, zoológicos y espectáculos en los que dan el respeto que merecen como criaturas de Dios. Los he visto en las noticias perecer en incendios causados por la negligencia del hombre. Estoy segura de que viste a Louis, el koala rescatado de uno de estos desastres, por una mujer a la que no le importó quitarse la blusa para salvarle la vida. Qué triste noticia saber que sucumbió a sus heridas y que la población de koalas del mundo está a punto de extinguirse. El rinoceronte de Somalia y Malasia ya no existe más. Cortan los árboles y dejan sin hogar al orangután, al búho y a pájaros que no tienen donde anidar.

El mar se ha convertido en un vertedero de basura, los peces y los osos polares comen pedazos de plástico, porque hemos acabado con su hábitat y su alimento. Los icebergs se derriten por las altas temperaturas globales, consecuencia de la quema de combustibles fósiles y la deforestación, dejando a las criaturas del ártico desprotegidas y sus poblaciones mermadas.

Y yo, veo como pasa todo esto con tristeza. Pongo mi granito: participo en el reciclaje de los desperdicios. No tiro basura a la calle, ni al mar. No desperdicio electricidad ni agua potable. Firmo las peticiones a favor de legislación para la conservación del ambiente. Y aunque muchos no tienen fe de que esto se detenga, sí tengo esperanzas en esta nueva generación de la que tú eres parte.

Quizás hoy no te das cuenta, mi niña, pero si no hacemos un alto, si no nos unimos a esta batalla, tus hijos y tus nietos aprenderán con ilustraciones sobre estas especies, pero como seres extinguidos como los dinosaurios.

No te rindas. Haz la diferencia.

3Comments

Add yours

Responder a juan re crivelloCancelar respuesta

Facebook
Twitter
LinkedIn

Descubre más desde Masticadores

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo