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DOS POEMAS by José Luís Serrano

Fotografía de José Luís Serrano
Fotografía de José Luis Serrano
acaso añore las patrias que amaba hoy a esta hora al borde del abismo este latido en inédita espera ignota y obstinada sin horarios exige el alimento que le das dócil sumiso como entregas el tributo al tirano aunque un poco más tarde te duermas maldiciendo los gozos que tu sacrificio le procura tu brújula recela de la prédica ancestral y apuesta por agnósticas derivas aun rezando a la luz desconfía de la fórmula final y no la entona ve ojos que sonríen y acarician se estremece en la memoria y vuelve a rezar del único modo que conoce solo bebe de su propio aliento de camino a la morada de los dioses aunque va a conformarse con algún prado que no esté muy lejos del mar a ser posible sinceramente agradecerá según sus modos sin confiar el afecto al albur de los azares espera - sí- la magia mas no fía pues conoce lo mudable de la estrella que aborrece hoy tres veces el altar en el que oraba maldice la memoria hasta renegar de la esperanza en la fe de que de que a su hora todo será más indulgente o hallarán al menos las aguas otros cauces no quiere que ni sus ojos le miren se dirá dichoso si le queda sangre suficiente para lavarse las heridas y una camisa de domingo para vendarse los pies y caminar un día más un paso más para que nada quede por hacer y no ponerle falta a un solo pulso. **** Cierta serenidad de ocaso viejo chirría en los pentagramas la desazón del lapicero que quiere (o pon puede que es más cierto) pero sabe que debe negarse a escribir más penitencias, a redactar hastíos… anotará si acaso alguna luz que limpie la mirada Centinela atento a los signos Interpreta las señales y tal vez yerre Enumera los miedos y reza: Que exagerando la prudencia no sucumba a la sensatez y la mesura Que franqueando el paso a templanzas no pierda el tino del arrebato Que el comedimiento no reprenda la sabiduría de la sangre Y dice Amén cuando quiere clausurar los inventarios de la pena Y dice otra vez Amen porque duele Sin embargo allá arriba donde se bautizan los vientos sus nombres no son extraños.

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