Una vez mujer
renuncié a yacer bajo tu cuerpo
para cabalgar sobre tu pelvis
como amazona libre y despiadada
dando golpes de látigo en tus noches de súcubos
─esos que engendré con sal y arena del Mar Rojo─.
Creo no haberme equivocado
en asumir el placer como verso primero
en mi historia.
No te sientas solo.
Juro que vendré a por ti
en luna llena
a vaciar tu líquido espacio mientras duermes.
Me llamarás Lulú
o Louise Brooks
o Amanda Lear
o Morrigan
o Reina de copas.
Ebrio de alucinaciones
atarás mi pierna
a tus catárticos y espasmódicos torbellinos seminales
que yo beberé
y untaré en mi piel
para procrear tus hijos.
Yo
Lilith todopoderosa
dueña y señora de las sombras
danzaré para ti mientras eyaculas.
Yo
Lilith
la mujer primera
esa que estaba en la Tierra cuando el mundo
era el mundo de los dos
y solo de los dos y tu costilla
era parte de tu cuerpo y no estrofa de un mito
para construir a Eva.
Yo
Lilith
tu versión más fuerte
te amaré.
Rosa Marina González-Quevedo
Poema tomado de El ritmo del conjuro (Editorial Fleming, 2020)
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