jueves, abril 25 2024

La vieja, el tala y el viento by Sebastian Felgueras

El aquelarre llegaba a su fin, con la clareada invadiendo el socavón; hervía la salamanca cuando el Mandinga dijo me voy, porque decir adiós le daba cierto resquemor.

Un tala chistó a la comadre, atrayendo la atención de la quiromante. Más vieja que el tiempo, ni un diente la acompañaba; en el pago la conocían por la Lechiguana, la vieja a la que hasta el Diablo esquivaba.

– Tal vez tú puedas leer el destino, pero soy yo quien puede contarte de los tiempos de antes.

– ¿Y tú qué sabes? No eres más que un árbol, estar clavado ahí no te da sabiduría, ni gracia alguna.

-Yo soy el árbol más viejo de este monte, he llegado cuando eran pampa sin sombra los rincones de estos lares. He visto al río cambiar su rumbo más veces que las que tus ojos han visto amaneceres. Fui creciendo cuando aún no había llegado el hombre. Vi al nativo galopar en sus malones, a los soldados aniquilarlos, a montoneras y caudillos, a degüello, sucumbir a quien se le ponía delante. Con el correr de los años, otros árboles fueron llegando, pero yo ya estaba aquí, desde mucho tiempo antes. En mi sombra, el mismísimo Fierro encordó su vihuela. Cebo a mis ramas le echo aquel gaucho que emponchando a la cautiva, una noche de tormenta, bajo mi copa y a mi ver, con empeño y regocijo la convirtió en su mujer. Realistas y patriotas, a mi cuidado encomendaron sus corceles heridos, y regó mis raíces la sangre helada del soldado inerte. Desde mi altura, vi llegar el tren humeando el horizonte, y con él mil forasteros, progreso que espantó al bagual y entristeció al coplero. Ya ves Lechiguana, mis años me hacen dueño de este monte, y de esta pampa.

Fue entonces que llegó el viento, uno de los hermanos del tiempo, increpó al tala, ante la inexpresiva mirada de la Lechiguana.

– Te he escuchado Tala, y no pude dejar de hacer un alto para recordarte algo; si en mis entrañas yo no hubiera traído tu semilla, simplemente serías nada. No habría monte, no habría ni un tala, no correría el agua regando esta interminable pampa. Tú eres un árbol, yo soy el viento, tú eres viejo, yo soy eterno.

-SF-

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