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Vidas Paralelas V: el huerto de Laertes By Valentí Gómez i Oliver

Pasó toda la noche casi en vela debido a que el momento del reencuentro, tras tantos años de desventuras y aventuras (casi veinte), con su amada esposa Penélope se acercaba inexorablemente. El astuto Ulises, que había adquirido las semblanzas de un mendigo, gracias a la intervención de Atenea, diosa de la sabiduría y de la estrategia, salió de la choza y entabló conversación con su anfitrión, el porquero Eumeo.

         Se enteró de que su hijo Telémaco, a quien apenas conocía, no tardaría muchas jornadas  en llegar a la isla, y se convertiría en su fabuloso aliado. Pudo enterarse, siempre por la intervención de Atenea, de que su madre Anticlea, había muerto de dolor al ver los desmanes que causaban los pretendientes al trono vacante de Ítaca, importunando a Penélope, la tejedora de esperanza, ante su prolongada ausencia. Lloró al descubrir la estancia definitiva de su madre en el Hades.

         También descubrió  que su padre, el sensato rey Laertes, para quien tejía una mortaja “inacabable” su nuera Penélope, agotado ante tanta prepotencia por parte de los aspirantes al trono, se había retirado, no muy lejos del palacio, a una humilde choza. En realidad era la choza de un  humilde campesino, donde llevaba una vida sencilla y sin pretensión alguna. Él, el rey Laertes, que había gozado de toda clase de privilegios, vivía ahora, retirado y se dedicaba a cultivar y cuidar una serie de huertos. Un “ecologista” avant la lettre. Su pasión por la naturaleza era tal que incluso muchas noches renunciaba al sencillo camastro de la choza y se tumbaba fuera, a cielo abierto, entre los olivos, árbol que era uno de sus preferidos.

         Sobre todo esto cavilaba el ingenioso Ulises antes de prepararse para retornar a su casa, ayudado por su hijo Telémaco, propiciar el reencuentro con su mujer, Penélope y recuperar, tras diezmar a los pretendientes acosadores, todo lo que le pertenecía.

                                                                       Valentí Gómez i Oliver

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