viernes, abril 19 2024

Sor Juana: Reseña aparecida en Nocturnario

Reseña de Trayectorias (Sor Juana Inés de la Cruz), de Iliana Rodríguez Zuleta Morelia: Letra Franca, 2020.

 By Leticia Romero Chumacero

Un poema es muchas cosas. Es señal, espejo, estruendo, música, atajo, caricia, portón, guiño, sueño. A veces es también un eco. Tengo para mí que tal es el caso de Trayectorias (Sor Juana Inés de la Cruz), de la poeta Iliana Rodríguez Zuleta. Me explico.

El suyo es un poema constituido por quince jornadas, a través de las cuales una poeta habla de otra. Interpreto como jornadas esos quince apartados porque dan cuenta de un desplazamiento en el tiempo y en el espacio. Me refiero al tiempo y el espacio de sor Juana Inés de la Cruz, desde su nacimiento, a mediados del siglo XVII en Nepantla, ese pueblo cuyo nombre significa “tierra de en medio”; hasta su muerte en el convento de San Jerónimo de la Muy Noble, Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de México, donde profesó.

Pero son también las quince jornadas que la voz lírica recorre mentalmente en la época contemporánea, al evocar las huellas de esa monja y las propias, pues la ha seguido a lo largo de los años: comenzando con una pretérita visita al lugar donde nació Juana Inés, seguida de la amorosa y atenta lectura de su obra literaria, hasta llegar al momento actual. La novohispana se configura entonces como una presencia recordable e imperecedera.

La confluencia de ambas historias tiene más de una razón de ser. Quizá la más ostensible sea la vocación literaria de las dos. Pero también están latentes en el poema dos hechos que las hermanan en un momento coyuntural. Ocurre que una y otra están enclaustradas, y en torno suyo se cierne la amenaza de una epidemia, tiñéndolo todo de incertidumbre.

Como sabemos, la monja poeta profesó en el convento de San Jerónimo con la intención de allegarse las condiciones pertinentes para estudiar, pues vivía en un mundo donde no se esperaba de las mujeres tal interés, ni mucho menos capacidad para llevarlo a buen puerto. A su vez, la voz lírica que la invoca se ha enclaustrado también, aunque su motivo es otro: una pandemia la rodea, la sitia, la obliga a encerrarse y ocupar su tiempo, entre otras cosas, en una recapitulación de la vida de la muchacha de Nepantla. Y así es como, desde la clausura, vincula su periplo, memoria adentro, con el de su colega de pluma.

La novohispana, triste es recordarlo, sucumbió al contagio de la epidemia que asolaba su convento. Después de varios y muy productivos años de estudio y escritura, después de enfrentarse con una parte de la jerarquía religiosa que mal miraba su dedicación a las letras, en un momento de generosidad extrema, Juana Inés cuidó a sus hermanas enfermas, fue contagiada y falleció. Pero a través de la voz lírica aún resuena su vida creativa. La aproximación hace de la existencia y las palabras de aquella monja poeta señales en medio del camino. La voz actual es, en suma, eco de esa voz que la acompañó a lo largo de los años y que la ha nutrido con su ejemplo de vocación y fortaleza.

No transcribiré aquí los versos, finos y armoniosos, de Iliana Rodríguez Zuleta, pues lo justo es leerla. En cambio, quisiera mencionar un par de hechos contextuales, acaso agazapados en esos versos. El primero: la autora trabajó en la institución educativa que hoy ocupa el ex convento habitado por sor Juana, por lo que tuvo ante sí algunos de los vestigios del claustro donde esa monja prodigiosa hizo magia con las palabras. También pudo transitar los corredores, patios y aposentos donde aquella caminó. Ahí recolectó sus ecos.

Otro tanto contribuyó en la pesquisa el hecho de que la poeta cuya plaquette comento se especializara en literatura de los Siglos de Oro durante su formación universitaria. Formación, la suya, que la proveyó de herramientas para conocer y valorar la obra de la escritora novohispana en su justa y enorme dimensión. Este es el segundo antecedente destacable.

Con base en todo lo anterior, el poema reflexiona sobre la memoria, los paralelismos existenciales, el poder de la poesía para evocar vivencias capitales y, sí, sobre las posibilidades de la vida creativa dentro del confinamiento.

No diré más que esto: el itinerario de una nutrió a la otra y tenemos el placer de encontrar a ambas en los versos de Trayectorias (Sor Juana Inés de la Cruz), plaquette integrante del proyecto editorial de la moreliana Letra Franca.

Nota 1:

Leticia Romero Chumacero (México) es doctora en Humanidades (línea Teoría Literaria), integrante del Sistema Nacional de Investigadores y profesora-investigadora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Es autora de libros sobre escritoras mexicanas. Mail: leticia.romero@uacm.edu.mx.

Nota 2:

Consultar obra (PDF) de la reseña o… Descargarlo

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