La literatura siempre es un juego de los sentidos y de la manera de decir a los demás historias que necesitan para crecer. #poenohamuerto de Félix Molina busca mecenas que le ayuden a salir del éxito de 47 semanas en el mundo digital de MasticadoresArchipielago ( y MasticadoresMéxico) al papel. Te invitamos a adherirte al juego, que es vida impresa y a la vez virtual
J re crivello (madre y padre de escritores), bueno podría decir editor…
Edgar Allan Poe (1809-1849), el autor que cierra esta serie de 21 cartas americanas escritas desde el siglo XXI, es un prodigio de la imaginación fantástica, el puente entre la crisis de la razón y el triunfo de la pesadilla. De temple aparentemente racional – como su máscara favorita, el detective Dupin– sus narraciones (un ramillete: El pozo y el péndulo, El gato negro, La caída de la Casa Usher) exploran ese límite entre lo percibido por los sentidos y lo inducido, directamente, por el miedo. Escribió también ensayo y poesía (como ese enigmático The Bells de la troquelación o The Raven, cumbre de la poesía norteamericana –e incluso europea– de su época).
Durante 47 semanas, una fantasía (Poe no ha muerto) se hizo folletín primero en Masticadores EE. UU. y ahora en Masticadores México. La troquelación de arriba, que nos permite fisgar en la muerte de Poe, es un desarrollo posterior de uno de los personajes del relato, el enloquecido ingeniero Alexander London, que se ingenia un sustituto para el autor de Berenice sacado de la dura realidad social de mediados del siglo XIX.
En la actualidad, Poe no ha muerto busca ser un libro impreso. Todo lo necesario para convertirse en su mecenas está aquí:
1 Comment
Add yoursMuchas gracias, Juan. En realidad no solo afirmo, sino que aplaudo lo que dices arriba: el éxito de ‘Poe no ha muerto’ lo fue en su formato de Masticadores, con semanas y meses en los que la gente leía y seguía el hilo. Pero una noche se me apareció Poe (junto con su cuervo y su gato) y me dijo que había muchas horas detrás de esa trama, y sus cuentos, y sus ilustraciones… y me convencieron para que –sin que sirva de precedente, porque yo también amo los bosques y las redes– esto saliese como antiguamente, tú sabes: impreso y con colores.
Sé que me dejo llevar por una debilidad, y que quiero arrastraros a ella… pero qué le voy a hacer. Los mecenas y yo –y sobre todo tú, su inspirador, madre y padre a la vez– tendremos con esto como un álbum para leer a la luz de las velas cuando no haya luz eléctrica, un bonito recuerdo de todo este empeño, de todo este mundo creado y antes que impreso, por supuesto, masticado. 🙂
Un abrazo.