Años y pantalla de ordenador. Años y leer a veces con mala luz: gafas. “No es mucho” me dijeron en la óptica a modo de consuelo que nadie les había pedido. Vale. Lo suficiente como para tener que estar pendiente de otra cosa. Y en un par de años de andar por el taller –y por alguna obra- pon, quita, sujeta con los dientes, deja algo encima sin fijarte (¿acaso por no tenerlas puestas?) dieron en que no aguantaban más y verlas con un cristal rayado y una patilla que hubo que suplementar de urgencia con un palo de piruleta… hay que cambiarlas.
Me avisaron de la óptica que ya estaban y allá fui. Es decir: planifiqué una tarde de recados en los que ferretería, óptica y correos. En la ferretería no encontré lo que buscaba. En la óptica me hicieron probarlas y leer un cartoncillo con letras y números. El siguiente paso era Correos y allá fui, a recoger una notificación de un ministerio que me resultó favorable pero no es ese el asunto. El asunto es que di en pensar que vaya manera de inaugurar unas gafas, con una cosa oficial –lagarto lagarto- de esas que terminan explicándote como recurrir aunque la comunicación te favorezca y no me dio la gana. Pensé mejor, más digno, mucho más estético esperar a llegar a casa y buscar un buen párrafo de Cortázar… así que firmé el acuse de recibo usando las gafas viejas, con su cristal rayado y su palo de piruleta muleteando la patilla… Y con el sobre oficial en el bolso me subí al coche para ir a un bricolaje a buscar lo que no encontré en la ferretería. Llovía. Llovió mucho durante unos minutos y escampó cuando estaba aparcando. Un arcoíris enorme y nítido jugaba al escondite con algunas nubes y un sol que regresaba a sus labores del atardecer. Saqué las gafas para mirarlo. Ya sé que no me hacían falta, lo mío es presbicia, pero chico, ¡qué inauguración más buena!
7Comments
Add yours¡Ojalá! pudiéramos hacer lo mismo con el resto de achaques: poder elegir el remedio.
«Gafas nuevas, gafas viejas, no importa. Lo que importa es que se vea» o algo así.
– Doctor cómo es posible que tenga la tensión alta. Me he pasado la vida jugando al fútbol, al tenis, al squash. No he fumado jamás y se puede decir que casi no bebo.
– La edad, amigo. La edad.
– ¡La fastidiamos!
¡Pues qué le vamos a hacer! Por supuesto que tener que usar gafas para leer me resultó un incordio pero ya están (qué remedio) hace tiempo incorporadas a la rutina.
Por otra parte, y no es un consuelo, hay placeres a los que sólo la edad te permite el acceso.
Muchas gracias por tu comentario
JL
Yes, the perfect opportunity to use them.
But the internal eyes open up to a thing of beauty. 🙂
It is possible that he looked more with his heart than with his eyes, that the beauty of the rainbow compensated me for the discomfort of the glasses but, on the other hand, without them, now I could not answer you.
Thank you
JL
Es posible que mirase más con el corazón que con los ojos, que lo bello del arco iris me compensase la molestia de las gafas pero, por otra parte, sin ellas, ahora no podría contestarte.
Gracias
JL
This is a wise and lovely reply. So apt. Yes, both aspects are very important. Thank you. 🙂
Definitivamente valió la pena la espera y la inauguración de las gafas con ese tremendo arcoiris. ¡Buen relato!
¡Gracias Ana!
Sí, mereció la pena. El relato es rigurosamente biográfico. Espero que Cortazar, uno de los grandes de mi olimpo particular también lo entienda y me perdone.
JL