jueves, abril 25 2024

Reseña: 1984, de George Orwell. La ortodoxia es la inconsciencia

Por Paula Emmerich Blog

1984 nos presenta un mundo distópico en que rige el totalitarismo, pero en lugar de una trama continua de suspense, Orwell va introduciendo sus ideas a través de descripciones, transcripciones del «libro prohibido» y el uso de frases que encapsulan la esencia del totalitarismo. Resulta por ello una mezcla de novela y ensayo.

En la primera parte del libro, el autor describe este mundo a través de pasajes en que el protagonista, Winston Smith, sufre los estragos del régimen: el miedo, la opresión y la pobreza. Lo vemos escribiendo un diario a pesar de su terror, participa en mítines eufóricos en que se ovaciona al Gran Hermano, bebe una ginebra repugnante como única compensación… Winston, deshumanizado, está dispuesto a cometer atrocidades él mismo.

En la segunda parte, Orwell nos da a conocer la ideología detrás de esta realidad monstruosa introduciendo transcripciones del «libro prohibido». Del cómo, empieza a narrarnos el por qué… Esto altera la forma natural de una novela, pero despierta la curiosidad del lector. En la parte final, la más cruenta, el protagonista y el lector son llevados a un extremo.

1984 no provee una explicación completa de los factores que conducen a este estado ni las respuestas de cómo protegernos. Sin embargo, el libro nos brinda la oportunidad de sumergirnos en el tema con una buena dosis de drama y otra de cuestionamiento. 1984 te permite capturar la esencia del totalitarismo a través de unas frases y nombres memorables cargados de verdad.

Así, tenemos los eslóganes: (1) La guerra es la paz, (2) La libertad es la esclavitud y (3) La ignorancia es la fuerza, ideas que, lamentablemente, siguen resonando hoy. Persuadiendo a la población de que la guerra es imperativa o que existe un peligro inminente, se mantiene la paz y unidad interna. La premisa de que son los excesos del individualismo los que causan el caos social lleva a coartar la libertad. Cuanto más ignorante sea la población, más fácil es manipularla…

A través de palabras irónicas, Orwell encapsula la realidad. El Gran Hermano evoca una figura familiar y humana revestida de preocupación por sus hermanos menores. En realidad, es una gran fuerza invisible que abusa de su poder. El Ministerio de la Verdad falsifica la realidad. El de la Abundancia reparte pobreza… El del Amor tortura. Orwell introduce incluso un lenguaje nuevo, la Neolengua, que elimina la vaguedad y la belleza del lenguaje con el fin de reducir el pensamiento a su función básica. Porque la «ortodoxia es la inconsciencia».

Es como si Orwell, después de haber identificado y estudiado cada pieza de esta realidad monstruosa, hubiera dedicado tiempo en acuñar el nombre que nos permite aprehender su realidad. El ensamblaje de estas piezas quizás no es perfecta, pero el libro es más que una descripción de un estado totalitario: es la denuncia de su esencia.

El autor nos lleva a extremos para que entendamos la obsesión del totalitarismo por controlar la consciencia humana. No basta con perseguir y eliminar al revolucionario. No basta con hacer confesar al hereje. Eso hacían la inquisición y las policías secretas ―fascistas o comunistas―. En 1984, el proceso de control es extremo: el objetivo es que, de mente y corazón, ames al Gran Hermano. Dirás que eso es imposible porque nadie puede suprimir tu consciencia… ¿Estás seguro de ello?

El por qué no queda claramente dilucidado. Si fuera el poder por el poder mismo, bastaría con perseguir y ejecutar a la oposición. Si es fanatismo, se creería de verdad en la visión, pero los dirigentes del Partido interno violan las reglas impuestas y gozan de privilegios. Megalomanía… Sadismo… Orwell escribe: «… no basta con la obediencia. Si no sufre, ¿cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia? El poder radica en infligir dolor y humillación».

¿Una búsqueda obsesiva de la inmortalidad? ¿El dolor de la soledad y el miedo a la libertad? Orwell expone a través de un personaje siniestro:

«El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque todo ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces será todopoderoso e inmortal».

Es tarea del lector seguir investigando*. 1984 te insta a preguntar: ¿cómo y por qué emergen y persisten estos Estados totalitarios o autocráticos? ¿Estamos en riesgo? ¿Cómo proteger nuestras democracias?

Hoy vivimos en la era digital. La internet y las plataformas sociales, con su alcance instantáneo y viral, sin mayores restricciones o regulación internacional, están al servicio tanto de aquellos que quieren construir como los que quieren destruir. Estamos bajo el radar del «benigno» Gran Hermano Tecnológico que reúne y analiza información acerca de nuestros gustos, posiciones políticas y preferencias varias. Las  Corporaciones ―entes invisibles que declaran también estar a nuestro servicio― usan la tecnología para llegar a nuestro pensamiento con el único fin de que consumamos. Nos están convirtiendo en zombis adictos y compulsivos consumidores.

El Gran Hermano Tecnológico también está al servicio de oscuras entidades que difunden desinformación con el fin de afectar nuestra percepción de la realidad, polarizar e interferir con nuestros procesos democráticos. Bombardeados con un flujo inmanejable de desinformación, poco a poco, dejamos de confiar en las instituciones democráticas, la prensa, la ciencia… Estamos siendo manipulados con técnicas psicológicas de marketing y persuasión.

Aunque sería una exageración decir que los riesgos son inminentes, nuestra sociedad y democracia están siendo alterados por algoritmos invisibles. El Gran Hermano Tecnológico está llegando a tu consciencia… Quien sea que esté financiándolo controla el Poder. Su objetivo: que lo ames.

Abre los ojos, protege tu mente, no caigas en la red…

*Otro libro que presenta un Estado totalitario en una sociedad distópica es Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en que el objetivo también es suprimir la consciencia humana, pero el condicionamiento no se logra a a través del dolor y la humillación, sino por el método contrario: las drogas y el placer, aspecto que es relevante para la sociedad moderna.  

4Comments

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  1. 2
    Paula Emmerich

    Gracias por comentar. Sí, vale la pena por ese lenguaje tan innovativo e ilustrativo que presenta. El del Mundo feliz lo acabo de terminar. Ambos libros son importantes por el impacto, las ideas, la previsión… Más que novelas que entretienen o se disfrutan de un tirón, los veo como medios para abrir la mente, conocer de estos temas tan oscuros…

    • 3
      j re crivello

      No sé si conocen la anécdota, George orwell paso una temporada como miliciano de la republica y le enviaron a vigilar a una terraza a mitad de la rambla de Barcelona y allí presenció los enfrentamientos de la República entre comunistas anarquistas y socialistas que duraron una semana. Allí nacieron muchas de las ideas de sus libros

      • 4
        Paula Emmerich

        Sí! Orwell luchó contra el totalitarismo en alma y cuerpo, no solo con su pluma. Inclusive, fue herido de bala en la garganta. Al ser tan alto (1.88), era blanco fácil para los snipers. Sus experiencias en España lo marcaron profundamente y a su regreso a Inglaterra siguió luchando y escribiendo.

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