BRUJAS by Natalia Carnales

El coche golpeó contra sus piernas, retorciéndolas de forma antinatural y crujiendo sus huesos mientras se quebraban. Arrastrada sobre el capó hundió su frente en el parabrisas de aquel Nissan azul, antes de salir despedida para caer en el asfalto a pocos metros del lugar. El conductor dio un volantazo, pero todo intento ya era demasiado tarde, porque estaba casi seguro de que la había matado. Las ruedas chirriaron y el eje de dirección se partió segundos antes de estrellarse contra la única farola que había en varios metros de la carretera.

            Daniel bajó tembloroso. Producto del impacto habían saltado los airbags golpeando con fuerza su rostro, y dejando una fina línea sangrante en su ceja. En la mitad de la calzada el cuerpo de la mujer yacía inerte, deforme y desestructurado. Se acercó nervioso y giró el cadáver para intentar ver el rostro de la víctima. La dama de mediana edad abrió los ojos de par en par dejando ver unas pupilas transparentes y rápidamente sopló un polvo en el semblante estupefacto de Daniel, quién después de varios tumbos, cayó desmayado.

            La mujer se comenzó a retorcer sobre el cemento, con lentitud fue encajando los huesos en su sitio, dejando un sonido irritante a su paso. Con cada movimiento el cuerpo fue delineándose, hasta conseguir estar de pie totalmente sana. Entre los árboles salió una muchacha adolescente y se acercó a toda prisa.

            —¡A ver mamá! —Puso sus brazos en la cintura, molesta—. ¿Siempre así?

            —Es mi obligación alimentar al Aquelarre, cariño. —Sacudió su ropa manchada de sangre y polvo—. Ven ayúdame a llevarlo. Hoy es un buen ejemplar.

            —Sí, mamá. ¿Pero es necesario tanto teatro? —La joven comenzó a arrastrar a Daniel hacia el bosque.

            —No, no lo es, pero le da más diversión.

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