viernes, abril 19 2024

Orígenes: ¿Quién pierde sus orígenes pierde su identidad? Por Ana de Lacalle.

El cantautor Raimon hizo célebre la frase “Qui perd els orígens, perd identitat”[1], cuya autoría no está clara. Lo que sí es diáfano es que con su canción Yo vengo de un silencio, Raimon quiso decir lo que en los tiempos que corrían[2] empezaba solo a musitarse. Este aforismo consolidado tenía un contenido político que denunciaba el intento de pulverizar, por parte de la dictadura franquista, toda cultura y lengua que no fueran la española -identificada absolutamente con la castellana-.

Más allá del contexto en el que se hizo popular, la cuestión que aquí planteo es hasta qué punto la identidad del sujeto está necesariamente vinculada a la tierra en la que nace y/o pace. La identidad no es más que el autoconcepto que un yo tiene de sí mismo. Esta se va construyendo, sin duda alguna, en base a las experiencias del sujeto, quien, percibiéndose con unas capacidades, habilidades y también con limitaciones, va rebuscando ese ente en el que cree reconocerse. Un reconocimiento siempre activo, por cuanto todo sujeto partiendo de una cierta entidad va cambiando, modificando sus prioridades y sus anhelos.  Ahora bien, la ponderación del influjo que la tierra tiene sobre la edificación de la identidad es muy variable de un individuo a otro. Supongamos alguien que ha vivido desde su nacimiento cambiando de territorio y cultura. En estas circunstancias el arraigo no parece muy posible y la edificación de su identidad estará marcada precisamente por el desarraigo. Posiblemente será un sujeto poco apegado a los sitios, con más capacidad de adaptarse a diversos ambientes y con una identidad sustentada por otros factores, que no tengan relación con una cultura determinada. Tal sería el caso, también, de niños adoptados en lugares recónditos como ha sucedido en los últimos años en nuestro país.

¿Podríamos decir que, sin origen, no tiene identidad? Entiendo que no, ya que aquello que uno es, absorbido de lo vivido y la genética con la que llega al mundo, se hallaría sustentado en unas convicciones, unas creencias y valores en las que la tierra, la nación de la que se procede, tendría para ese individuo poca relevancia, a pesar de tener una lengua materna X.

Así, pues, los orígenes son importantes para quienes entienden que el lugar, la nación y la cultura son casi sacros. Una visión respetable en cuanto es una manera de experimentar el mundo y a uno mismo. Sin embargo, puede haber cierto riesgo de radicalización en aquel que idolatra entes abstractos que en sí mismos no son nada tangible, y por lo que no deberían situarse por delante de la vida de los individuos concretos. Estos últimos son seres vivos, de carne y hueso, con nombres y apellidos -ese es tal vez su auténtico origen-, con unas interrelaciones, con un reconocimiento ajeno de esa identidad de la que antes hablábamos, al menos como otro diferenciado del resto.

En conclusión, los orígenes son aquellos que un sujeto puede reconocer como propios, porque han influido en esa construcción de su identidad, y pueden no mantener un nexo relevante con la tierra que nos vio nacer.


[1] Quien pierde sus orígenes, pierde identidad

[2] Año 1977, en los inicios de la denominada Transición en España

2Comments

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  1. 2
    Juan José

    La identidad se va forjando a través de las relaciones que la persona va tejiendo a lo largo de su vida. Existe una identidad social, famiiar, personal, etc. . Es evidente que cuanto más material, del tipo que sea, se funda en esa identidad, más fuerte será. Una persona sin orígenes claros, ciudadana del mundo o que viaja mucho – como apuntas- o incluso, que no sabe quién son sus padres, va forjando una identidad a lo largo de su vida. Eso sí, estará muy interesada es saber sobre sus progenitores, con lo que la literatura, el cine y el arte en general, se congratulan la expresión de dicha aventura de conocimiento. La identidad -y fraternidad- como humanos, como seres del universo es muy, muy necesaria en estos tiempos de globalización. Gracias por el artículo.

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