El joven brujo giró las cadenas en el aire antes de lanzarlas, desafiante, demostrando el gran poder que poseía, y con una habilidad asombrosa rodeó el cuello de la bestia. Debía exterminar a ese ser deforme y pegajoso que no paraba de atacar en cada luna llena a la aldea y a las personas con las que se había criado, realmente temía por su familia. Tiró del hierro para sujetar a el engendro y así clavarle la espada de plata entre las costillas, lo más cerca posible de donde se suponía tendría el corazón, pero la fuerza del monstruo era imponente y su piel resbaladiza le impedía la tarea.
Sus ojos se tornaron rojos y lanzó uno de sus hechizos más poderosos, pero apenas logró hacer retroceder unos metros a la bestia, que lo alcanzó con varias de sus garras. La sangre corría por su frente y su mandíbula desencajada demostraban el golpe certero por parte de la aberración. Con su último aliento, el brujo se lanzó encima de la bestia logrando clavarle por la espalda el filo de plata, mientras se giraba para verlo a los ojos y contemplarlo morir. Por fin saborearía el triunfo, sería alabado por su gente y sobre todo salvaría a su familia.
En ese momento lo único que vio en el ente, fue el verde esmeralda de la mirada moribunda de su hermana, descubriendo que cada noche de luna llena, era su propia sangre la que salía a atormentar al pueblo. Poco después, cayó sin vida en los brazos del joven brujo.
Nº registro: 2009255440621
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2Comments
Add yoursSi es que la bestia más atroz puede encontrarse en nuestro propio hogar.
Gracias por esta historia.
Un saludo.
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