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El rol de las Mujeres y la Dote (de Mujeres, graneros y capitales)

By J re crivello

Esa noche me sentía sin sueño, mi mujer se marchó a dormir y merodee mis libros. Uno de ellos me llamó la atención en la frase decía:

“La posesión de una dote no es suficiente para abrir las negociaciones familiares. Todavía es necesario que el principio de negociación sea admitido y la calidad de los prometidos reconocida. Es porque una mujer es negociada que la dote es transferida” Dice Claude Meillassoux en Mujeres, graneros y capitales(1)

Dura verdad  —pensé. En Asia aun conciertan las familias los matrimonios y en África, o en otros lugares. Mi gato Boris acababa de entrar. Fuera llovía y le sequé y le di su plato de leche con gotas de chocolate.

—¡Los gatos no tienen dote en las relaciones! —exclamé. Y le explique lo que hacíamos los humanos. Él dijo:

—Es que los humanos son monos con patrimonio. Creáis clanes, relaciones y luego lo llevan a esta situación a las leyes y propiedades.

Los gatos somos libres, solo intercambiamos sexo.

—¿Y tú y yo? ¿Qué somos? —pregunté

—Nosotros somos amigos, pero la amistad es algo aprendido por algunos gatos que viven en compañía con humanos. Eso de la dote, ¿cómo lo explica el libro? Me puse a leer y dije:

“Las mujeres —salvo divorcio—, a causa de su matrimonio son retiradas de la circulación “consumidas”, utilizadas hasta el agotamiento de su capacidad reproductiva” (2) O sea el sistema de dotes equilibra y establece los pactos para la reproducción, —agregué

—Pero, quien posea más mujeres para prestar o intercambiar será más poderoso —dijo Boris. Aparecía claro y diáfano que aquella sociedad se basaba en la posesión de mujeres, algunos le llaman la economía doméstica. Y para poder obtener una mujer es necesario producir subsistencias y atesorarlas para cambiarlas por una mujer púber. Y leí en voz alta:

“De tal suerte que una porción de la energía que no puede emplearse en la producción de las subsistencias adquiere la virtud de ser el equivalente de una mujer púber, de una progenitora, es decir de restablecer el ciclo de la producción de energía” (3)

—Ya estamos otra vez con la energía —exclamó mi gato.

—Pues sí, el reemplazo de bueyes por caballos y de una parte de la producción (o energía acumulada) por mujeres reproductoras.

—Ahora comprendo vuestro machismo —dijo Boris. Antes de despedirme latía en mi interior años de historias sucesivas. De mujeres cambiadas por su capacidad productiva. ¿Entonces cuando surgió el amor en las relaciones humanas? —me pregunté.

Me recosté y la lluvia hoy no nos abandonaría.

Notas: (1, 2,3) Pág. 100, 105 Mujeres graneros y capitales. Claude Meillassoux.

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