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SOFOCADO JULIO by Felicitas Rebaque

Vicent van Gogh

Este verano estamos sufriendo una ola de calor tras otra, que a decir de los señores del tiempo, hacía muchos que no teniamos temperaturas tan altas, al menos de tan larga duración.

Y este calor me lleva a un verano de mi niñez, a mis 13 años. Había suspendido en junio dos asignaturas: Matemáticas y Física y Química. Mi padre me buscó una profesora particular para que me ayudara. Hasta ahí, normal. Sin embargo, las dos horas de clase me las puso de 4 a 6. de la tarde.

Aún recuerdo el calor que soportaba en el trayecto de mi casa a la de la profesora y como se pegaban las suelas de las sandalias al asfalto. No exagero nada. Aquel verano, tampoco pude acudir todos los días a la piscina. Tenía que estudiar. Me desquitaba los fines de semana en mi pueblo. ¡Menos mal que tenia pueblo! Allí el verano me olía a sandía. Y a cerezos cargados de frutos rojos. A melón y a uvas de pulpa brillante, dorándose al sol en los majuelos. El verano me sabía  a pan horneado de mi abuela,  y a leche recién ordeñada.  Al calor que sofocaba en el río y a la sombra de los pinos al atardecer.

Son los olores de mis veranos de niña. La mayoría de ellos los pasaba  con mis abuelos, a no ser que suspendiera, disfrutando  en libertad y descubriendo la vida en contacto con la naturaleza.

Ahora ya no tenemos casa en el pueblo. Y somos los abuelos los que vamos a pasar unos días en el mar con los nietos. Me  estremezco al comprobar lo deprisa que ha pasado el tiempo. Hasta no hace tanto, la nieta era yo.

Cuando los veo corretear por la playa brincando las olas o cuando contamos las huellas de las gaviotas en la arena al atardecer o  buscamos, por la noche, brillantes dragones en el cielo cuajado de estrellas… el aire me sigue oliendo a sandía, y el sonido de las olas me recuerda al viento azotando un mar de espigas.

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3 Comments

  • Qué recuerdo tan entrañable. Me ha transportado a mis veranos de infancia en el pueblo.

    • Me alegro de haberte traído buenos recuerdos. Teníamos mucha suerte de tener pueblo. Un abrazo grande

  • Veranos encadenados con el mismo hilo conductor, esencia de vida.

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