jueves, abril 25 2024

Serena inquietud by Marcello Comitini

Mientras yo te poseía
más y más profundamente
tu agarrabas mis caderas
bajo la mirada de esos dos negritos
de tiza de colores
comprados hace muchos años.
Un tuyo regalo de aniversario
ya no recuerdo qué.
Ambos en chaquetas de los treinta
en verde y marrón
las mangas no llegaban a las muñecas
pantalón a la rodilla de colores apagados y descoloridos.
En el estante de la ventana
uno parado contra el borde de una pared
ojos abatidos, una sonrisa astuta
la chaqueta abierta
en la camisa de rayas rojas y amarillas
fumando un puro con la mano apoyada
sobre la rodilla flexionada.
El otro sentado en el lado opuesto
con una mirada recta y orgullosa
sus manos entre las piernas y una gorra en la cabeza
de viejo soldado de la guerra de independencia
de América Latina.
Una ráfaga de viento golpeó contra las contraventanas
los hizo caer con un empujón
con la furia de los que quieren mirar
desde primera fila
dos que hacen el amor.
Al sentado, su rostro se cayó como una máscara
revelando la blanca carne de tiza y silenciosa
de tranquila inquietud.
El otro parado largo y delgado
ha perdido la cabeza en mil pedazos
y un signo de interrogación de hierro emergió de su cuello.
A veces los miro tan mutilados, tan decapitados, tan silenciosos.
El puro todavía entre los dedos de la mano
y las manos del otro cruzadas entre las rodillas
esperando un toque de vida.
Los miraste con ojos tiernos y sonrientes
por la hinchazón de sus pantalones
desde que te vieron desnuda
hazme el amor.

Sin cabezas, no saben – yo también estaba sin cabeza –
que tu máscara ha caído también
y el olor de tu piel se quedó
en este silencio de serena inquietud.

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