jueves, abril 25 2024

CIUDADANOS DEL MUNDO EN LA TIERRA PROMETIDA by Felicitas Rebaque

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Ordenando mis artículos, encontré uno que publicó El Mundo en El Diario de Valladolid, en la sección Cartas al director, el lunes 19 de abril de 2004.

Por desgracia, después de 16 años sigue estando de plena actualidad. Es una tristeza que no hayamos avanzado nada.

                CIUDADANOS DEL MUNDO EN LA TIERRA PROMETIDA by Felicitas Rebaque

«Vete a tu país, puta inmigrante de mierda»

Aunque una este acostumbrada a oír y ver de todo, escuchar estas palabras en boca de una niña de siete años es como una bofetada para los sentidos y la sensibilidad por muy curtida que estés.

Su madre nos contaba entre sorprendida e indignada que frases como esa las tenias que escuchar su hija casi todos los días en el colegio y no entendía que en España sucedieran cosas así.

Procedían de Ecuador. Habían vendido todas sus pertenencias al dejar su país para poder iniciar una nueva vida en una tierra prometida, en donde sabían que el maná no les caería del cielo, pero sí contaban con poder ofrecer a sus hijos la esperanza de una existencia más digna, de un futuro mejor.

Escogieron España porque, según sus propias palabras, les pareció el país mas idóneo, por su lengua, su cultura y forma de vida.  Un país en donde el respeto por las libertades y la democracia estaban ya garantizadas e instauradas desde hacía tiempo.

Pero cuando llegaron aquí, comprobaron, desolados, que lo que ellos habían pensado no se ajustaba a la realidad. Se encontraron sufriendo el rechazo por una parte de la sociedad que no les aceptaba, y hasta sus hijos tenían que sufrir esa clase de vejaciones, casi todos los días en su colegio «Y hasta nombran a la mamá», nos contaba una señora, sin atreverse a pronunciar la frase con la que nuestros niños, agredían verbalmente a su hija.

No es la primera vez que escucho algo parecido, lamentablemente es bastante frecuente. Todos tenemos conocimiento, de lo crueles que pueden ser los niños y adolescentes en determinadas ocasiones. No es nuevo que los insultos y las humillaciones entre ellos se produzcan con frecuencia, pero por lo visto, el blanco de sus ofensivas verbales e incluso físicas, ha cambiado. Ahora, además de meterse con el gordito, el gafotas o el enano, sus insultos y burlas, se dirigen también a los pequeños inmigrantes, y en verdad, ante la cara de pena de esa niña y el dolor mal disimulado de su madre, sentí vergüenza.

Ahora bien, yo me pregunto: ¿lanzan esos niños sus ataques con ideas elaboradas por ellos o por los comentarios oídos en la boca sus propios padres? Porque ese tipo de críticas las escucho en boca de los adultos.

No basta con elaborar leyes que regulen la entrada y la estancia de los inmigrantes en nuestro país, también hay que realizar campañas de concienciación y mentalización a la sociedad ante la acogida a las personas procedentes de otros lugares del mundo.

He oído con relativa frecuencia comentarios afirmando que los inmigrantes suponen un gasto mayor para la seguridad social, quitan puestos de trabajo, que con su llegada ha aumentado la delincuencia… No voy a detenerme a analizar la Ley de Extranjería que regula la estancia de los inmigrantes en España, no soy experta en el tema y además quiero resaltar tan solo el lado humano de la situación. Cuando escucho y veo estas reacciones me doy cuenta que el ser humano sigue sin aprender: las posturas se radicalizan cada día más, la intransigencia aumenta, impera el egoísmo, se destruyen los valores, la educación, y el saber estar y proceder son conceptos trasnochados, la conciencia estorba. Crecemos en tecnología y en avances científicos, pero tristemente disminuimos y menguamos en los valores sobre los que se fundamenta el ser como persona.

Como no pongamos pronto remedio, iremos en un futuro próximo de vacaciones a cualquier planeta del universo, pero nuestro espíritu retrocederá hasta Ata Puerca, porque convertiremos al mundo en una jungla, de hecho, en algunos países ya es una realidad. Hoy día que se tiende abrir las fronteras, poco vale, si no abrimos nuestras mentes y nuestros corazones.

Creo sinceramente que habría que educar a nuestros jóvenes y también a los adultos para que reciban a estos hombres y mujeres,  y sobre todo a los niños, que inician un nuevo  peregrinar en nuestro  país,  que  dejan atrás sus raíces, sus ancestros, con todo lo que conlleva esa drástica ruptura, buscando mejorar su futuro, buscando vivir en las  libertades democráticas que en sus países de origen  carecen, lanzándose a la aventura de comenzar una nueva vida  en un lugar desconocido, al menos  con respeto.

En otros tiempos, aunque quizás sean para muchas ideas trasnochadas, se nos enseñaba como normas de buena educación que, al llegar una persona a tu casa, la trataras con la debida consideración, haciendo su estancia lo mas agradable posible.

Habrá quizás que refrescar la memoria y recordar que España ha sido un país de emigrantes: Cuba, Alemania, Francia…, y, sobre todo, ya en el principio del siglo XXI, hacer sentir que somos castellano-Leoneses, españoles, europeos, pero sobre todo ciudadanos del mundo.  Así me siento yo. Y ¿ustedes?

2Comments

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  1. 1
    Carlos Usín

    Tenemos ya demasiadas leyes, demasiadas normas, demasiadas reglas, para vivir.
    Nos dicen lo que tenemos que comer, qué hay que hacer para tener relaciones sexuales, lo que tenemos que recordar y la temperatura del aire acondicionado. Tenemos tantas normas y tantas restricciones que ahora sólo falta que hagan otro decreto ley (y van 124 en 4 años) para que nos obliguen a tratar de vuecencia a los inmigrantes.

    Por cierto, ¿en qué idioma? porque en Cataluña están desterrando el castellano, incluso en el recreo. ¿Le vamos a decir a un niño que desprecie al que habla castellano pero que trate mejor al que viene de Hispanoamérica? (que no habla catalán).

    ¿El problema de los nazis con los judíos se debió a una falta de concienciación social?

    Los atentados islámicos de Barcelona y de Madrid lo hicieron gente que vivía entre nosotros, estudió en nuestras escuelas pagadas con nuestros impuestos y hablaban español.

    ¿Hay que educar a los niños en la tolerancia? ¡Claro! Pero empezando por no discriminar por el idioma. ¿Lo va a resolver una ley? Tenemos un código penal que no impide que en España se asesine.

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