By Francisco Bravo Cabrera


(Comenzado el 17 de agosto de 2022, escuchando el Concierto de Oboe y Violín en Do menor, Allegro, Johan Sebastian Bach)
Bueno, hoy os quiero hablar de una cosa que es, además de maravillosa, algo misteriosa, la memoria y los recuerdos que en ella guardamos. ¿Qué son los recuerdos? Venga, a veces son inexplicables, efímeros, inexorables, implacables y a hasta pueden llegar a ser confusos. No vayáis a creer que recordamos las cosas tal y como las hemos vivido. De eso nada. No sé si es que le ponemos trampas a la memoria o que será, pero a veces algo nos provoca a embellecer y a mejorar algunos recuerdos y a oscurecer otros para que cuando hablemos de ellos quedemos de puta madre. No me importa el porqué pero sé que lo hacemos.
Ahora, tratándose de un recuerdo especifico, pregunto, ¿Qué pasa cuando lo que uno recuerda no concuerda con la realidad? Digamos que si recuerdo una casa verde en una esquina, cuando regrese a esa calle debo ver una casa verde en la esquina. Vale. ¿Y si ya no es verde? Pues preguntaré si la han pintado y la respuesta tiene que ser que sí. ¿Pero si ya no está en esa misma esquina y en esa esquina lo que hay es un supermercado y te afirman que siempre ha estado ahí? Así te lías…
Algo así me sucedió en el año 2001 mientras me pasaba unos meses en Manhattan. Yo solía ir todos los días a la catedral de San Patricio, situada en la 5a Avenida entre las calles 50 y 51 de “Midtown”, y como soy devoto de San Judas Tadeo, siempre al entrar iba derechito, por el lateral sur de la nave, a la primera capilla que era la de San Judas. Ojo, que esto lo hacía diariamente. Pero un buen día, el primero de septiembre para ser preciso, (del 2001, fijaos), entro al templo, giro hacia la izquierda como de costumbre, y ando a buscar la capilla pero la capilla de San Judas ya no estaba allí. Incrédulo y alucinando, seguí andando hacia el crucero por el lateral y cuando llegue al transepto me encuentro con la capilla de San Judas, tal y como la había visto ayer, pero hoy ya no era la primera, sino la última. El párroco me confirmó que siempre había estado en esa locación. Alucinado me fui a casa…
¿Qué ha pasado? No lo podía creer, pero lo que he visto lo he visto. La capilla de San Judas había cambiado de lugar y no era que la habían cambiado de la noche a la mañana, eso sería imposible y además de serlo se hubieran visto pistas que indicaran que se realizaron obras. Pero además relocalizar una capilla dentro de una catedral tan antigua no tiene sentido.
La construcción de la catedral de San Patricio de Nueva York, según los archivos, la comenzaron en el 1858 sobre una antigua catedral. La guerra civil americana, (1861-1865), causó que se suspendieron las obras, y no se terminó de construir hasta el 1878. Se le agregó una sola capilla en 1901. La catedral ha tenido reformas extensas pero solo se realizaron durante la década de los años 1940, 1970 y en el 2010. Como podréis notar, los archivos no indican que en la catedral se hiciesen obras en el 2001. En ese año no hubieron ni cambios ni reformas. Pero en la catedral había ocurrido algo, o ¿Me habría ocurrido a mí?
Pensad en lo que me ocurrió y os pregunto, ¿Habéis oído hablar del efecto Mandela*? Hace más de diez años que se está hablando de este misterio en el internet y a la sazón se ha convertido en una de las teorías conspiranoicas mas populares. Algunos juran que es cierto, otros dicen ¡Pamplinas! Pero ¿Qué decís vosotros?
Yo no me caso ni con una parte ni con la otra porque es algo que no se puede comprobar de una forma definitiva ni científicamente. Yo observo, investigo y me entretengo con los vídeos que suben a YouTube del efecto Mandela donde dan muchísimos ejemplos de los grandes cambios que este efecto ha causado, según ellos, y que sigue causando. Algunos dicen que es que entramos y salimos de universos alternos o paralelos y otros que vivimos en un simulacro y que los llamados efectos Mandela son fallitos que ocurren en la matriz. (Pensad en la peli “The Matrix”)
Quien sabe…
Lo que yo si se es lo que vi en la catedral de San Patricio aquel otoño de 2001, que curiosamente fue a escasos días del ataque del 11S. Pero eso no fue lo único que me paso en Nueva York. Yo había solicitado ingreso a una comunidad de artistas que ocupaban la planta superior de una de las torres del World Trade Center y me habían elegido. Eso me daba derecho a trabajar y hasta vivir si quería, en lo más alto de la torre. Imaginaos, pintar y vivir en una verdadera ventana al mundo a una altura de más de 400 metros sobre el nivel del mar. Pero debido a la confusión que me causó lo de la capilla de San Judas, y porque seguía alucinando, y tratando de buscar respuesta, se me olvidó contestarle al organizador de que si, que estaba interesado y me pasaron el turno. Si hubiera ido, si me hubiera instalado en la torre, no estaría haciéndoos este cuento…
Quizá lo de la capilla fue para salvarme la vida, o quizá fue un mensaje. A mí me han pasado muchas cosas raras como estas, quizá otro día os las contaré.
Yo no hago prejuicios, vale, vivo y dejo vivir, no me meto con nadie. Las creencias ajenas no me incumben. Digo que aunque tengo muchos estudios científicos en mi haber adquiridos en mi época universitaria, tengo también muchos estudios artísticos, religiosos y hasta esotéricos. Cuando estudio la parapsicología y los fenómenos paranormales, así como el efecto Mandela, lo hago porque me entretienen, como me entretengo con la idea de los OVNIS, los extraterrestres, el terraplanismo, la Atlántida et cetera.
Yo desconozco tanto de los misterios de la vida, que no me atrevería a juzgar si esas cosas son verdad o mentira. Vamos a ver, ¿Acaso la ciencia no la han desarrollado aquellos que fueron iconoclastas y que se atrevieron a romper los esquemas establecidos? Se enfrentaron a la Santa Iglesia y a sus dogmas y ella los tachó de herejes. Pero los intrépidos buscadores siguieron desmintiendo supercherías y supersticiones, investigando y descubriendo. De esa forma cambiaron el mundo. Atreviéndose ir contra la corriente a veces te cuesta la vida pero si no, descubras cosas ocultas.
Concluyo afirmando que no quiero vivir en un mundo donde no exista la poesía, lo inexplicable, la fantasía, y el misterio. Un mundo lleno de respuestas lógicas y racionales, para mí es un mundo demasiado aburrido. A mí me van las leyendas, el folclor, y la imaginación sin límites. El mundo lo ha pintado Dios con muchos matices, por eso hay para todos en la viña del Señor.
*El Efecto Mandela: Cuando parte de la población recuerda un evento del pasado de una forma y otros de una forma diferente. Comenzó a hablarse de este efecto cuando una investigadora psíquica, Fiona Broom, pensó que Nelson Mandela había muerto en la cárcel allá por los años noventa y pico. Cuando Broom publicó sus inquietudes en el 2009, dándoles el nombre de “Mandela Effect”, muchos de sus lectores le contestaron diciéndole que ellos se acordaban hasta del entierro y de la elegía pronunciada por la sufrida viuda. Pero la realidad indica que Mandela murió en 2013. Así que el efecto Mandela es eso, que algunos recordamos las cosas de una manera y otros muy diferente. Pueden ser falsos recuerdos o falta de información, no lo sé, vosotros decidiréis.
València, 18 de agosto de 2022, Francisco Bravo Cabrera
2Comments
Add yours[…] LA MEMORIA, SAN PATRICIO Y MANDELA — Masticadores […]
Increíble tu prosa estimado Francisco, me ha resultado tan interesante la lectura y está contada de forma tan original, que de inmediato te incluyo en mi listado personal de escritores mágicos preferidos, a la altura, escúchalo, porque no es adulonería barata, de García Marqués, Alejo Carpentier e Isabel Allende.
No soy el más indicado para dar criterios sobre las bellas estéticas, soy doctor en ciencias, podrás imaginar mí desventaja, no obstante, me atrevo y aseguro, que la apariencia y estética del blog tiene una factura realmente exquisita ¡Felicidades!
Voy ahora a perseguir tu obra pictórica y te prometo, si me autorizas, una exposición en mi macondiana y Galería Virtual, con esquelas e invitaciones firmadas por el gitano Melquiades, que año tras años, de forma inesperada, llega a traernos dicha, como lo ha hecho hoy. Un fuerte abrazo caribeño.