8. EL MILAGRO DEL ECCE HOMO EN VALDEVIEJAS
By Mercedes G. Rojo
Serie: Leyendas del Camino de Santiago por tierras leonesas VIII

Las leyendas se prodigan a lo largo de todo el Camino de Santiago, unas más antiguas, otras surgidas al albor del mismo, …, todas dotando de riqueza cultural unos recorridos que han sido reconocidos como Patrimonio Cultural de la Humanidad, también en su vertiente inmaterial. Si nos detuviéramos en Astorga, tal como ya indiqué en la anterior entrada, podríamos tener leyendas para rato pues larga, intensa y sugerente ha sido su historia. Por eso prefiero dejar para otro momento hacer un recorrido por las mismas, leyendas que han acompañado mi crecimiento, pues en ella «vi la luz por vez primera» (tal como cantara el poeta) y en ella he jugado, escrito y soñado, y dar el salto a esas otras leyendas en las que mucha menos gente repara, en esas que también ponen (o pusieron en su momento) el foco en los pequeños lugares del Camino. Como esta, que acompaña la historia de una pequeña ermita, situada en la también pequeña y humilde localidad de Valdeviejas, hoy pedanía perteneciente al municipio de Astorga. Que la disfruten.

Cuenta la leyenda que, allá por el siglo XVI, cuando el Camino de Santiago estaba aún en una etapa de máximo apogeo, existía en el lugar llamado de Valdeviejas, situado a la salida de la expléndida ciudad de Astorga, en el mismo lugar en el que hoy se encuentra esta que llaman Ermita del Ecce Hommo, otra bajo el nombre de San Pedro, una de las paradas que tenían los peregrinos que preferían no detenerse demasiado tiempo en Astorga. Contaba el lugar con un pozo en el que los mismos se surtían de agua para aplacar la sed, haciendo un alto en el Camino.
Cuenta esa misma leyenda que entre los cientes y cientos, incluso los miles y miles de personas que a lo largo del año pasaban por ella, llegaron a la misma, en una ocasión, una mujer con su joven hijo, peregrinos también a Santiago de Compostela. Asediados por la sed del camino, se detuvieron en dicho pozo para coger agua. Pero quiso el destino que se encontraran con la mala fortuna de que el niño cayera dentro de él sin que la madre pudiera hacer nada para remediar tamaña desgracia. Nadie pudo ayudar a la pobre mujer en el empeño de sacarlo sano y salvo de aquella repentina prisión y, desesperada la madre ante el terror de perder para siempre al fruto de su vientre, desesperada, se agarró a su fe, invocando con toda la fuerza de la misma al Ecce-Homo, a quien gran devoción tenía. Fue tanto el empeño que puso en pedir la salvación del muchacho que, de repente, las aguas del pozo comenzaron a crecer y a crecer hasta que llegaron al brocal del mismo, y sobre ellas el chico sano y salvo.
Fue con motivo de este suceso que las gentes del entorno decidieron entonces sustituir el original nombre de San Pedro por el del Ecce Homo, y una inscripción grabada en la piedra recordaba en adelante, a cuantos por ella pasaban el milagro aquí ocurrido.
Con el paso del tiempo, la piedra quedó tapada por las obras de mejora de la ermita, y el pozo sustituido por una fuente más moderna que surte de agua al peregrino. Pero para no olvidar lo aquí acontecido y el poder milagroso del agua y de la fe, en el interior de la iglesia, en un pequeño librillo que reposa sobre la pila bautismal, reza el siguiente texto de recordatorio y consejo:
"Una leyenda nos dice que un niño cayó a este pozo. La madre en tanta aflicción al Ecce Homo imploró: ¡Jesucristo, sálvalo! Y el niño volvió a los brazos de la madre, sano y salvo. Tú, que vas por el camino, con el agua de este pozo, haz la señal de la cruz. Y que Jesús te acompañe, que te libre de peligros, y después de tanto esfuerzo, llegues feliz al destino.
(Esta leyenda forma parte de las recogidas y adaptadas para mi próxima novela Nunca llegarás a la Cruz de Fierro, ambientada en el Camino de Santiago a su paso por la provincia de León)
+ There are no comments
Add yours