jueves, noviembre 30 2023

OFRENDA by Mercedes G. Rojo

Imagen tomada de Google


Te he soñado bajo la encina centenaria de mi infancia,
subiendo al cielo en el arcaico columpio
que colgaba de sus poderosos brazos enramados,
aquel que alimentó mis sueños infantiles,
aquel que meció  ensoñaciones de inquieta adolescente.

Hubiera compartido hoy contigo,
bajo la sombra acogedora de sus ramas,
las historias encerradas en las nubes 
que pasaban deslizándose sobre ella, 
empujadas por los vientos más crepusculares.

Pero un día llevaron de mi vida su presencia.
Talaron de mi infancia  su tronco protector, sus ramas amigas, 
dejando en mí un hondo vacío tan sólo lleno en mi recuerdo.
En su lugar apenas un tocón a ras de suelo,
la ausencia del viento perdidos sus silbos con sus hojas,
el silencio impuesto al canto de las aves que anidaban entre ellas.

No supe más de su follaje,
de la vida y los misterios que su arrugada corteza escondía.
Y hasta el cielo me pareció entonces más desnudo,
más desarrapados los jirones de las nubes,
más descarnado el soplo de los vientos...

Cuando  al paso de los años vino tu infancia a sustituir  la mía 
volví a aquel lugar 
queriendo ofrecer a tus ojos y a tus juegos 
la misma encina.
Pero de ella ya sólo puedo entregarte mis recuerdos,
los cuentos inventados a la sombra de sus hojas,
los poemas entretejidos con el arrullo de la brisa entre sus ramas…

Aunque  aún  la siento ahí, siempre grande y misteriosa,
mientras buscamos juntas otro árbol,
otra encina, que llene tu infancia y tu vida
con la felicidad y el sosiego que yo sentí bajo la mía.

						


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