INCLUSIÓN EN BLANCO Y NEGRO
Resulta que se ha estrenado la serie más cara de la historia. Redondeando, unos quinientos millones de dólares la primera temporada, a cincuenta y ocho millones por episodio. Cuéntelos, que le espero. ¿Ya?, pues sigamos. La serie en cuestión es Los anillos de poder, y como más de uno sabrá o podrá adivinar, está basada en la obra de J. R. R. Tolkien, el creador de El señor de los anillos, El Hobbit o El Silmarillion, obras que han trascendido generaciones y géneros y que, más allá de la literatura fantástica, a día de hoy son piezas clave de la literatura universal. La primera, El señor de los anillos, que no fue la primera que escribió el hombre, recibió de manos de Peter Jackson allá por los comienzos del milenio, una adaptación cinematográfica en forma de trilogía tan aplaudida como galardonada. La segunda, que sí fue la primera que escribió, recibió de parte del mismo director senda adaptación para cines también en formato trilogía unos años más tarde. A esta no se la aplaudió tanto y de premios ya tal. Y El Silmarillion no se había atrevido todavía nadie a adaptarlo porque en fin, a ver quién le metía mano a eso. Hasta que llegó Amazon, puso el fajo de pasta encima de la mesa y, sin ni siquiera tener los derechos de la obra, dijo aquí estoy yo para meterme en este jardín. Y oiga, que el jardín en cuestión, de conocerlo bien y querer transitarlo con ganas, daría para algo realmente fabuloso. Pero Amazon y los creadores de la serie no estaban por la labor de hacer algo fabuloso. Ellos sólo querían quedar bien.
Review bombing. ¿Le suena? ¿Sabe usted lo que es eso? No se preocupe, que hasta hace cuatro días yo tampoco, pero ahora se lo explico muy facilito porque la cosa tampoco tiene más. El review bombing, o bombardeo de reseñas, se da cuando un grupo de personas se dedican a dejar opiniones negativas sobre algo, generalmente una película, una serie o un videojuego. La intención no es otra que la de alterar la percepción que el gran público pueda tener del producto en cuestión, lo haya visto o no. ¿Qué se gana con eso? Meter mierda, que es la sal de la vida en internet. Intentar tirar abajo algo que no te gusta o con lo que no estás de acuerdo, ya sea a nivel artístico o ideológico. Parece ser que en muchos casos se hace sobre todo por este último motivo. Y parece ser también que es lo que está sucediendo con esta serie. Y digo que parece ser porque no todo es tan sencillo como… pues eso, como parece ser. Todo parece ser en la vida, y con esta serie todavía más. Porque parece ser que está recibiendo críticas negativas a mansalva porque en la serie aparecen actores de color interpretando a personajes que en la obra original no eran de ese color. ¿De qué color?, se estarán preguntando. Pues de color negro, evidentemente, que es el color que todavía a más de uno le inquieta cuando lo ve donde no esperaba verlo: en una mancha en la camisa, en otra igual de grande en el tac del pulmón izquierdo, en la piel del que se sienta a tu lado en el metro o en la del prota de tu serie favorita que ya no lo es tanto porque habrase visto. Inclusión, dicen unos. Anda ya, dicen otros. Y ya tenemos circo. ¿Y qué pienso yo? Pues que no todo es lo que parece ser. Guiño.
Críticos de cine y series, periodistas y junta letras, todólogos e impresentables en general están perpetrando su propio bombardeo de artículos llamando racista a todo quisqui y explicándonos por qué debería gustarnos esta serie. ¿Se han percatado de la trampa? Ojo, que es de las que tienen pinchos. Se lo vuelvo a repetir, a ver si esta vez la ven: artículos explicándonos por qué debería gustarnos la serie. ¿Ahora sí? Pues eso: no por qué podría gustarnos, no; por qué debería, que parecemos tontos. Y hablan de su producción, impepinable, de su dirección, que también. Y ya. Porque a partir de ahí empiezan los problemas: un guión flojo que explica una historia que se parece a la original en los nombres de sus protagonistas. Y no todos, no se vayan a pensar. Racistas y misóginos a parte, esa es la razón de una buena parte de las críticas negativas hacia la serie: su poca fidelidad hacia la obra original, su pereza a la hora de querer hacer algo a la altura de semejante título y presupuesto, porque no todo son paisajes y planos perfectos, detrás tiene que haber una buena historia. Aquí la había, pero alguien pensó que sabía más que Tolkien y decidió inventarse una propia que se ajustase a lo que, parece ser (¿lo ven?, otra vez) preocupa realmente a la buena gente de hoy: el color de la piel, el género y la orientación sexual del prota. O dicho de otra manera, que todos esos colores, géneros y orientaciones estén bien representados, bien incluidos. Y qué quieren que les diga, a mí la inclusión es una cosa que me da mucha risa, porque por lo general se hace a lo cutre y lo que consigue es marginar un producto y a todos los que tienen que ver con él. El chiste se cuenta solo. Si quieren que algún colectivo en concreto tenga el lugar que se merece dentro de la industria del entretenimiento (como si eso fuese algo que se tenga que merecer nadie), podrían empezar escribiendo y desarrollando historias y personajes con verdadero peso e interés, y no metiéndolos con calzador porque patata. Que luego queda feo criticarlos por eso de si somos esto o aquello, pero es que a veces una buena crítica es el mejor de los cumplidos. Te ahorra muchos desengaños que, a la larga, duelen más que la porquería que suelte por las teclas un amargado cualquiera desde su casa.
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