miércoles, abril 24 2024

La educación en la etapa franquista

LOS MIÉRCOLES DE MASTICADORESFEM

Por Elisa Vázquez (De la sección: Educación y Mujer)

Miércoles, 19 de octubre. 2022

NOTA DE LA EDITORA: Estos miércoles pasados hemos ido rescatando algunos artículos que nos recuerdan lo frágil que es la situación de la mujer cuando queda en manos de los intereses políticos de quienes la siguen considerando un instrumento para uso y disfrute de su poder, incluso aunque detrás del mismo estén también mujeres. Son momentos convulsos para la sociedad, más allá de los países, más allá de las culturas. Pero no hace falta mirar siempre fuera, deberíamos comenzar por mirar por lo que tenemos más cerca, por mirar bajo la alfombra de nuestra casa. Y¡ojo! que el arte de la manipulación nos hace a veces justificar lo injustificable. Lo dicho en anteriores ocasiones: «un paso atrás (en nuestros derechos y logros), ni para tomar impulso».

Como todos sabemos, el Estado español se vio sometido, desde el golpe de estado de 1936, a una dictadura fascista que se prolonga hasta mediados de la década de los setenta. Esta situación resulta especialmente dolorosa para las mujeres ya que se caracteriza por un regreso estricto a los principios de un sistema patriarcal que comenzaba a cuestionarse durante la República. A este respecto, Rosalía Sender Begué nos dice: “Tras la Guerra Civil, nosotras las mujeres perdimos más que los hombres, porque además de la libertad y la democracia, Franco nos arrebató todos los derechos que la República nos otorgó y que situaban a la mujer española en la vanguardia de Europa”.

Hasta bien entrada la transición, la mujer casada no disponía de autonomía personal o laboral, tampoco tenía independencia económica y ni tan siquiera era dueña de los ingresos que generaba su propio trabajo. Debía obedecer al marido, necesitaba su autorización para desempeñar actividades económicas y comerciales, para establecer contratos e, incluso, para realizar compras que no fueran las del consumo doméstico. La ley tampoco les reconocía a las trabajadoras casadas la capacidad necesaria para controlar su propio salario y establecía que éste debía ser administrado por el marido. Este marco jurídico correspondía a las intenciones del Régimen de convertir a nuestro país en la “reserva espiritual de Europa” y restituir el papel de la familia como núcleo sagrado. Para ello, resultaba imprescindible devolver a las mujeres al ámbito doméstico, que la ideología de la dictadura consideraba su lugar natural.

Sección Femenina: Educar mujeres en la obediencia y sumisión al hombre.
Imagen tomada de Pinterest.

El logro de estos objetivos no dependía exclusivamente de las leyes, sino que necesitaba de un firme adoctrinamiento y el gobierno franquista, consciente de la importancia de la educación en este sentido, se lo encomendó a una organización exclusivamente femenina: La Sección Femenina de la Falange; que posteriormente pasó a llamarse Sección Femenina del Movimiento. Un instrumento de control y de difusión ideológica, encargado de la educación de las mujeres, cuya Jefe Nacional era Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador del partido fascista de la Falange.

La Sección Femenina proclamaba un modelo de mujer basado en la obediencia y la sumisión al hombre, especialmente al marido ya que el destino de toda mujer era el matrimonio y su espacio natural el hogar, como les recordaba Pilar Primo de Rivera en sus Escritos, Circulares, Discursos: “Metidas en casa habréis hecho más que todos los discursos”.

La mujer, que debe ser hacendosa, sumisa, casta, maternal y humilde; no debe nunca intentar igualarse al hombre que era considerado por la ideología patriarcal del Régimen como un ser superior. En la publicación escolar de la FET de las JONS, El libro de las Margaritas —las margaritas eran las niñas de entre siete y diez años—, de 1940, se recomendaba: “No hay que ser nunca una niña empachada de libros, no hay que ser una intelectual. De mayores, si hay que elegir una carrera, que sea una carrera de mujer: enfermera, puericultora o maestra.” Esto puede dar una idea de la clase de educación que recibían las “afortunadas”, que no eran todas ni mucho menos, que lograban acceder a la escuela.

La Sección Femenina proclamaba un modelo de mujer basado en la obediencia y la sumisión al hombre…

En los años setenta, incluso tras la muerte del dictador, la situación de las mujeres españolas, a pesar de algunos cambios aparentes: incorporación al trabajo, modernización en la forma de vestir, etc., sigue siendo de represión y sometimiento a las normas que durante más de cuarenta años se impusieron en el país por la dictadura; destacando también la gran diferencia entre las mujeres de las grandes ciudades, con mayor acceso a la cultura y a la información que llega de otros países, y la de las zonas rurales, mayoritarias en España. Así, podemos establecer dos claras diferenciaciones: la situación que se mantiene en los medios rurales, donde la mayoría de las jóvenes solo accede a la escuela de enseñanza primaria y su expectativa fundamental es seguir ayudando a sus madres en la cocina y en las demás tareas domésticas y del campo, logrando, como mucho, trabajar como dependientas en pequeñas ciudades próximas hasta contraer matrimonio; y las mujeres de las ciudades, que ya acceden a enseñanzas universitarias y consiguen títulos superiores, sobre todo en carreras que tradicionalmente se han considerado acordes con su género: las dedicadas a facetas de servicio y cuidado de los demás como maestras o enfermeras, a las que eran orientadas, como acabamos de ver, desde su más tierna infancia.

En cualquier caso, en términos generales, el acceso de la mujer a estudios superiores en los años setenta en nuestro país sigue siendo minoritario: en el curso 1972-73, solo el 31,1% de las mujeres son estudiantes universitarias; es decir, de un total de 255.179 estudiantes, 79.287 eran mujeres1. En 1970, uno de los últimos gobiernos franquistas aprobó la denominada Ley General de Educación, según la cual, los chicos y chicas de la escuela pública volverían a estudiar juntos en las mismas aulas; estableciendo que las materias y contenidos debían ser iguales para ambos, pero teniendo en cuenta las “peculiaridades” de cada sexo:

“La educación de la mujer se basará en los siguientes principios: … la convicción de que el progreso tecnológico, aplicado al trabajo del hogar de la mujer …permite que la mujer se incorpore al trabajo acorde a su psicología e intereses. (…) Sin perjuicio en contra de la igualdad fundamental de la educación para toda persona (alumnos y alumnas de todo el proceso educativo), la formación de la niña, la muchacha y la mujer tendrá que tener en cuenta sus características específicas para que la intervención educativa le sea adecuada, en especial en relación con sus aptitudes estéticas y su futuro papel en la familia y la sociedad. (…) El principio de igualdad se debe aplicar también, sin ninguna restricción sobre la población femenina, pero esa afirmación no significa plena igualdad entre hombres y mujeres. Si el principio de libertad anima la posibilidad del acceso de la mujer a los niveles culturales superiores, con la sola limitación de sus propias capacidades, sería erróneo afirmar que su capacidad es igual a la del hombre en todos los casos, en especial cuando la ocupación exige un gran esfuerzo físico”2.

Según lo que la Ley General de Educación de 1970 piensa con respecto a la mujer, la misma no plantea una plena igualdad de derecho entre hombres y mujeres al igual que sería erróneo afirmar que la capacidad de estas sea igual a la de los hombres en todos los casos.

La negrita la he puesto yo, porque resume de manera precisa lo que la esperada Ley General de Educación de 1970 seguía pensando sobre las mujeres. Así, la situación de la mujer española durante la década de los setenta sigue estando claramente influenciada y limitada por la ideología de la dictadura y, aunque las más afortunadas consigan una buena ocupación profesional, es posible que tengan que acabar el día poniéndose el delantal para hacer macarrones al horno, limpiando los mocos a los críos y esperando cada noche el regreso de su muy ocupado marido3, eso sí, con una sonrisa en los labios…

NOTAS.

1 Datos recogidos en el estudio “La situación de las mujeres en el sistema educativo de Ciencia y Tecnología en España y su contexto internacional”, dirigido por Eulalia Pérez Sedeño (Instituto de Filosofía-CSIC), REF: S2/EA2003-0031, p. 15. Según este mismo estudio, en el curso 1982-83, la cifra pasa al 46,2% debido a que “desde el año 1978 se había ido generalizando la enseñanza primaria y secundaria”, p. 15.

2 Extractos de la Ley obtenidos en el informe citado, p. 13. Informe que, en la misma página, añade que en la Formación Profesional (alternativa a los estudios superiores) “las ramas que se ofrecían a las mujeres eran las de peluquería, secretariado, doncella, cosmética, etc.”

3 En este sentido, resulta muy interesante el estudio cualitativo de la problemática de acceso de las mujeres a los ámbitos universitarios en carreras técnicas y no consideradas femeninas, con sus dificultades, factores determinantes para su elección, posibilidades de promoción, limitaciones por responsabilidad familiar, etc., que hacen en el informe citado, pp. 98-137.


Elisa Vázquez.

Nacida en Ponferrada, donde actualmente reside, es diplomada en Educación Infantil y doctora en Filosofía por la Universidad de Murcia. Escribe, principalmente, Literatura Infantil y Juvenil. Tiene publicados los siguientes libros: Doña Chancleta y el cohete-lavadora (agotado); La Pócima Mágica y Regreso a Montecorona (los dos primeros títulos de la colección Lucy y Pepón en NubeOcho Ediciones); Amapola y la Luna y El sueño del ángel (Ediciones en Huida); El Reino de Úlver, con la colaboración del Consejo Comarcal del Bierzo y Marta y Brando. Magia traviesa (Uno Editorial).

            Socia fundadora del Club Literario Petronio, que intenta fomentar la lectura y activar la vida cultural en su localidad, participa con sus cuentos y artículos en blogs y espacios literarios televisivos. Sus textos —principalmente relatos, artículos y poemas— aparecen en varias antologías de escritoras leonesas, como en el libro homenaje a Concha Espina publicado en 2018 y en un segundo publicado en 2020 sobre la misma autora. A Josefina Aldecoa en 2019; a Alfonsa de la Torre en marzo de 2020 y este año en el libro dedicado a la poeta berciana Manuela López. Así mismo, en el libro de autores bercianos que se editó con motivo de la entrega del Premio de la Crítica Literaria 2018, que tuvo lugar en Villafranca del Bierzo a primeros del mes de abril del año 2019. En 2021 ha publicado Vivir del viento, su primera novela para adultos, con la editorial Letra r y ha participado con uno de sus relatos en la antología Misterio en El Bierzo, de la editorial Más Madera.

3Comments

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  1. 1
    Xan de Vicus

    Gracias por este trabajo, que parece que no pasó nada y el control sobre la educacíon y sobre la vida ha pesado tanto que no se como estamos aquí sin que se aprecien los daños, que si se aprecian. Hay toda una piel por detrás que está acartonada, pero influye hasta ahora y ha marcado tanto las vidas sobre todo de las mujeres. Por favor, hay que hacer una limpia.

  2. 2
    Dámaso Viar Castillo

    En la Incultura existente en este País la Sección Femenina fue un acceso ( en su momento) a la Capacitación de La Mujer ( apartando las Circunstancias Personales) les enseñaban muchas cosas para luego practicarlo en Algún Servicio Social y por supuesto en su Vida Personal. ( Así lo vi yo )

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