
Imagen tomada de Google
En el decimoquinto aniversario de su ausencia, dos memoriosos homenajes a Ángel González (Oviedo, 6/9/1925 – Madrid 12/1/2008) en vario renglón.
Justas, necesarias, tardías palabras
Incrédulo soy hasta de mí mismo. Mas para hacer seguido el punto, para evitarlo final e incluso vano, para justificar estas palabras, siento preciso tornar el “con” que me vincule, Ángel, en un “para” que mi gratitud te rinda. Cómo darles si no un porqué; como invadir tiempo y espacio si minúscula, gloriosa, posibilidad hubiese de que te fuesen a ti, Ángel, ambos sustraídos, cómo abdicar del sano, sabio egoísmo de escucharte, de admirarte, de aprehenderte y renegar del humano don que tú traerías “palabra sobre palabra”.
Zozobrado de vitales envites arribé al seguro puerto de tu “grado elemental”. Hice de tus versos norays de íntimo amarre. Y desde entonces, Ángel, ya “nada es lo mismo”.
Regalo fue conocerte “mar adentro”, y más gozar tu humana presencia, tu natural docencia, tu vital decencia. Días en que deseándome aprendiz me hice tu asistente, tu escudero. Y allí, en una candasina y eterna brevedad de pasos lentos, te confesé mi prisión de silencio. Y aquí, ahora, aún llora mi memoria tus susurradas: “nada, nada, escribe, escribe, rómpete, rásgate el alma”. Fié mi gratitud al incierto mañana.
Cómo pues tener “con”tigo estas palabras, cómo no hacer que “para” ti vayan, si “para que yo me llame” Juan, para que me siga viviendo, para que soporte “el éxito de todos los fracasos”, para que me levante cada día con “la enloquecida fuerza del desaliento” me es precisa, Ángel, tu poesía, la inquebrantable dignidad, don Ángel, de su memoria.
JG Campal, (“Palabras con Ángel”, Asociación de escritores de Asturias / CajAstur, Oviedo 2008).
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Hay poetas,
sírvanos Ángel González de ejemplo,
que al versear
nos tejen bufandas para el alma
que, acaso sin saberlo ni quererlo, ¡solos!,
forjan, golpe a verso, poemas como noráis.
Tallan versos que acarician,
esponjan corazones serenando
los que, de arideces, estaban anegados.
Tricotan a mano poemas que abrigan,
entibian los días en que, habitándonos el frío,
se escarcha nuestro interior
y el hielo cristaliza en desesperanzas.
En mis zozobras,
filialmente me amarro a sus poemas como a proíses
que me aseguran rearmar mi nave, seguir
surcando las calmas chichas y galernas del vivir.
JGCampal (Algunos nombres del tiempo, Orpheus Ediciones Clandestinas, 2022).
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