LOS MORALISTAS DE AHORA by Francisco Bravo

(Francisco Bravo Cabrera, Valencia, 12 de enero de 2022, escuchando Phillip Glass “Solo Piano Music”)

Ahora que el camino está plasmado de inmundicias,
oscuro, roto, desguazado y mal amado…
Cuando el hollín de la abundancia desmedida,
que oculta la ignorancia, ya no permite transitarlo,
¿Debemos ignorarlo y tornar la vista al suelo? 
¿Coger otro camino?
¿Acudir al desespero?

Ahora que la inmadurez ha lapidado la justicia,
y la insensatez, lo vil, lo más soez
se ha acuartelado en los palacios,
cuando las piedras de los pillos han agujereado escuelas,
¿Qué más nos queda por perder?
¿Qué historias vuelven a rastrear?
¿Qué quedaran hoy por tejer?

Han llegado los nuevos moralistas 
con discursos populistas que nos transportan 
al Medioevo del presente.
El chillido de sus voces,
arrogantes, cruel, atroces,
nos hacen temblar de la ira.
La revolución de la paz y del progreso 
ha muerto de vejez.

¿Y los nuevos moralistas?
Hipócritas y puritanos,
llevan la mirada hundida,
porque les falta luz y visión.
Sus sandeces, van acompañando a las risas
de sus labios mentirosos.



(“Los moralistas de ahora” – continuación)

Los nuevos inquisidores, huéspedes de los palacios,
y asiduos de las rameras,
con la mala fe,
la mala leche,
y su arrogancia cual dagas,
van ahondando en nuestras llagas
y rosean con nuestra sangre,
a pensadores humildes, 
a seminaristas santos,
al obrero, (atormentado por ver sufrir y llorar a sus hijos malnutridos, adoctrinados, y hasta violados y maltratados en lo que fueron colegios),
al ama de casa inútil, al recién nacido, al viejo…

Pero ahora, con el camino ya plasmado de inmundicias,
y las autopistas sucias, (de las basuras que han echado ayer a oscuras y que nadie ha recogido),
ya nadie piensa en andar.
Nadie piensa en el futuro,
ni quieren cambiar el mundo,
ni luchan por un presente limpio y sano.
Ya nadie aquí tiene ganas.
Prefieren tomar cerveza,
comerse un pincho e tortilla, salchichón y pa amb tomàquet,
beber orujo de yerbas y unos pescaditos fritos,
en el chiringuito verde de lo azul de nuestras playas.
Y el que se meta en el agua, que procure nadar bien,
pues que se joda y se ahogue el que no sepa y no llegue 
a la orilla donde tontos lo miraran, mientras beben.

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