
Siembra semillas de amor, en días que señala en su calendario. Juega el pequeño Cupido bajo traviesas alas, donde cuelga su alforja llena de flechas. Cubre los ojos con vendas y se entremezcla entre rotos corazones, que buscan la horma de su zapato. Lanza flechazos al azar, desconociendo el destinatario donde surgen parejas de enamorados.