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Arturo by Fran Arge

La angustia se le aferraba al pecho cuando despertaba, a los pocos segundos una chispa le devolvía la lucidez y el alivio al recordar la sonrisa de su mujer.Desde hacía unas semanas Arturo no recordaba el nombre de todos sus nietos. Sabía que eran más de trece pero, una desazón obstruyéndole el estómago le avisaba que no algo no marchaba bien.A partir de ese momento y con tiempo de sobra como jubilado, se propuso pasar más tiempo con la sonrisa más bonita del mundo. Sustituyo sus paseos matinales para ir a compra con ella. Juntos, planeaban la comida del día, se tomaba un café a media tarde agarrado a la mano de ella, mientras veían la serie de turno o le hacia el amor con una pasión renovada. No le había dicho nada a su mujer. Quería no preocuparla, para seguir viendo la sonrisa de la mujer que lo enamoró hacía ya más de cuarenta años. La mujer sonreía como una colegiala, se sentía una reina. Había anhelado su compañía, compartir momentos. Abrazarse en silencio.Solo por la noche se apagaba su alegría. La almohada secaba su pena. Su Arturo se olvidaba las luces encendías. No le daba el beso de buenas noches. Se quedaba en blanco intentado recordar el nombre de ella. Sabía que el olvido se lo llevaba y ella no podía hacer nada. Solo seguir sonriendo para que su Arturo no la olvidará.

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3 Comments

  • La dulzura del relato se me atraganta al final, pues aunque dulce es la intención de ambos, saberse desahuciado es demoledor.

    Felicidades compañero.

  • Estar muerto en vida es malo; convivir con el muerto en vida debe ser peor.

  • Una genialidad, como siempre, compañero.

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