
Lo primero es decidir si va a realizar la operación con rapidez o parsimonia, de pie, haciendo el pino o tumbado; en cualquier caso, tómese su tiempo para buscar un asiento, el borde de una cama o el mismo suelo para ponérselos.
Después, decida si los calcetines han de ser lisos, con formas geométricas o con dibujos de animales. En este último caso es recomendable escoger figuras de lindos gatitos.
A continuación, tome los calcetines con las dos manos, junte los dedos de los pies y ajuste bien el calcetín al pie sin que sobre ni un centímetro. Apoye el pie en el suelo y compruebe que el tejido no hace arrugas desde la puntera hasta el talón. Dé unos paseos y cámbiese los calcetines, ya que estarán sucios, a no ser que tenga el suelo como una patena. Repita los primeros pasos.
Suponiendo que ha seguido usted el sabio consejo de elegir como estampado de su prenda a los graciosos felinos, a continuación estire bien los calcetines hasta la rodilla, los gatitos se pondrán en guardia levantando el lomo, se les erizará el pelo y abrirán los ojos asombrados. Pero, no se preocupe, los pobres animalitos son inofensivos; a lo largo de la mañana, mientras usted toma café, irán recuperando su sonrisa, la misma con la que amanecieron cuando los extrajo del cajón donde dormían plácidamente.
No hace falta decir que para que toda esta parafernalia surta el efecto deseado ha de ir acompañada del correspondiente pantalón corto o, en el caso de las señoras, de una falda.