Sobre la fina arena cae un recién nacido que llora con rabia, se gira, gatea, se incorpora y levanta su torpe cuerpecito de niño; muestra su sonrisa infantil y se mira; se palpa sus brazos y sus piernas admirando su fortaleza de joven; mira a su alrededor y trata de conocer y de experimentar; corre, juega, grita, sigue creciendo, se siente vivo; lucha, trabaja, siente, ama; después se embrutece, se olvida, se angustia, se deprime, toca fondo; más tarde se sosiega, toma aire, rasca su cabeza madura y pasa su mano por su pelo cano, aprecia el momento, agradece, sigue perplejo y, cuando parecía que empezaba a saber de qué iba todo esto, mirando hacia arriba con tono de súplica pregunta a lo más alto: “¿cuánto me queda?” justo cuando en espiral se cuela por el agujero para caer y amontonarse otra vez en el viejo tiempo de la cuenta nueva.
+ There are no comments
Add yours