Hoy me han secuestrado dos gajos de naranja. Sí, dos gajos de naranja me han sacado de mis ruinas habituales, pequeñas vanidades, grandes miserias, y a tu sexo me han llevado. Prometo y juro que enajenación no fue. Ellos ejercieron libremente mi salida de raíles. Ellos marcaron el nuevo destino de mi día. Sí, hoy me han secuestrado dos gajos de naranja. Y a tu sexo me han llevado. Y en ellos me demoré por conscientes instantes afortunada víctima gozosa del síndrome del colmo. Sí, algo raro sucedió. Nunca un postre me había abierto tanto el apetito. Mas inoportuna se presentó conciencia. Recobré el sentido del deber y dime humano raudo a la huida de su mandado regreso a lo real. De memoria recorrí la geografía de tu cuerpo, superé vericuetos, ascendí colinas, crucé valles, todo hasta dar con el más acogedor de los zulos en el que discreto gusté de penetrarme entero. Desde tu entraña te escribo, pero mantenlo en secreto. No hables de mi secuestro, no me liberes, ¡que busquen, esperen y desesperen! Que nadie se queje, ¡qué más quieren!: les dejo todo lo que tengo: espacio y tiempo. Juanmaría G. Campal (Pliego de quebrantos, Tres voces, tres mundos, Editorial CSED Poesía, 2014).