“Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día que descubres por qué” The EqualizerEsta frase de Mark Twain, aparece en esta película. A veces nos pasamos una vida para conocer cuál es nuestra misión. Llegar al mundo ya trae inexplicables consecuencias, pero detrás pueden existir oscuras puestas en escena. No citaré mi caso, pues no quiero repetirme en estos textos que me llevan hacia atrás. Pero, uno camina y cada cierto tiempo aparece un momento revelador, pequeños detalles, decisiones, cambios de pareja, o de quien le debe guiar hasta los 18 años, etc.
Hace unos días, dos sobrinas me dijeron lo mismo:
“Me quedan tres meses para cumplir los 18 años”. Buena cita —pensé. Cada señal de estas nos recuerda que debemos establecer alguna pregunta. O recurrir a un resumen que nos acerque a descubrir nuestra misión.
En la misma época, otro familiar, me dijo:
“Voy a cumplir 50”
En ambas situaciones son tres mujeres, tal vez funcionen diferentes a los masculinos. A lo mejor viven más a tierra. Como luchando por establecer hitos que no les dejen fuera del circuito. No entraré en la literatura feminista. Tan solo, decir que muchos masculinos estamos perdidos en esta lucha feroz por sobrevivir. Pero ¿se trata de sobrevivir? En los primeros años tal vez, luego aparece una extraña comezón que nos habla de: ¡para que estoy aquí!
Los que escribimos, ya muy temprano, esto nos da vueltas por nuestra cabeza, o los soltamos en poesía, o aparecen personajes que nos asaltan para vivir ellos las locuras, o un ensayo nos lleva a pensar.
Pero al final, vuelve a aparecer esta línea de crecimiento. Ayer en una película muy extraña, cuatro varones de clase media se ponían a prueba con el alcohol para dimensionar sus profesiones. Este camino aparece en muchos. La droga, la pérdida de la misión, esta confusión sobre tu propia combustión te asalta.
Prefiero recordar —en mi caso, aquel niño de 10 años sentado en un balcón del hotel que fundó mi abuelo y contaba los autobuses que pasaban por la famosa ruta 9. Aquella soledad tan grande y capaz de reproducir enanos gigantes, o fieras atrapadas en estrechas callejuelas, aquella —repetiré., es el espacio que nos alumbra sobre nuestra misión. Sin esa tensión, no hay crecimiento.