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Sombras y Sortilegios by Silvanus Orphikós

EL ECO

Creadora y fluvial,

viviendo en llanto y numen,

mi consciencia se nombra flor,

tal vez alto susurro de estrella.

EL DESGARRO

– ¿Y ha de extinguirse consigo ese canto,

la ya sentida pulsión de los cielos,

triste y vencida sobre la brisa del ocaso? –

LA PRESENCIA

Pero en la noche última, con el vino de la tristeza,

cada instante vivido sobre mis labios suena

-Oh brisa alegremente soñadora-,

sobre mis labios sombríos donde otra flor agonizara.
…De la brisa nocturna y lírica, del cercano temblar de leves alhelíes –canto silvestre y evocación-, una mariposa de luz que silba entre los hombres, secretamente, entre los hombres ciegos palpitando lumbre, azul, profecía.
¿Quién abrirá sus manos como un laurel para el instante, como el tímido brotar de dos bocas amantes? Decid, ah manantiales o piedras insomnes, decid con qué fuego, con qué sangre romperá sus alas contra la agonía de la luna, del agua, del tiempo jamás sepultado.
Pues marchitándose bajo el cielo sin frutos, derrumbado por el grito de los hados, el hombre también es otro río insepulto y fugaz, es otra llama doliente de ser, y allí sus manos -tan besadas por el firmamento olvidado- jamás alcanzarán a herir el fruto del Destino, el delicado fruto que las sombras picotean.
Pero así es cómo el delirio del ruiseñor, invocado en un alba tibia, sempiterna, cuando sólo por él se abandona el tedio y el silencio, crece a través del corazón y de la llama, de esta misma alma que desea desvivirse como una flor misteriosa, hasta llegar al grito ensangrentado y eterno, ¡el grito perfecto de su deseado amanecer!

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