Se encontraban en el jardín de la casa.
La noche era clara y estrellada.
― ¿Cuántos somos? ―indagó ella.
― ¿Qué? ―se extrañó él.
―Te pregunté qué cuántos somos. Cuántos estamos en este jardín.
― ¡Déjate de bobadas! No enredes las cosas con tu misticismo barato. Sabéis de sobra que somos dos, que aquí no hay más nadie. Y en un momento vais a ser tu sola.
¡No te aguanto más! Esta relación ya naufragó. Es inútil seguir esta agonía.
―Sin embargo, hay alguien que os escucha. Y no creo que esté muy de acuerdo con tus palabras.
― ¡Termínala con tu mística! Sabes de sobra que soy completamente ateo.
―No tiene nada que ver ―insistió ella―. Él está con nosotros, y aunque no se vea, te puedo asegurar que nos quiere.
― ¿Y quién te lo dijo, si se puede saber?
―Lo siento dentro mío, en todo mi ser. Te puedo asegurar que nos necesita y nos quiere juntos. ¡Es algo vital para él!
― ¿Sabéis algo? Me tenéis aburrido con tu religión. ¡Ya mismo me voy! Tengo las valijas prontas. ¡Hasta siempre! ―Tomó su equipaje y salió apresurado.
―Si él no lo quiso entender nunca se lo vamos a decir, ¿No es cierto? ―preguntó ella tiernamente, mientras se acariciaba la barriga.
La noche era clara y estrellada.
― ¿Cuántos somos? ―indagó ella.
― ¿Qué? ―se extrañó él.
―Te pregunté qué cuántos somos. Cuántos estamos en este jardín.
― ¡Déjate de bobadas! No enredes las cosas con tu misticismo barato. Sabéis de sobra que somos dos, que aquí no hay más nadie. Y en un momento vais a ser tu sola.
¡No te aguanto más! Esta relación ya naufragó. Es inútil seguir esta agonía.
―Sin embargo, hay alguien que os escucha. Y no creo que esté muy de acuerdo con tus palabras.
― ¡Termínala con tu mística! Sabes de sobra que soy completamente ateo.
―No tiene nada que ver ―insistió ella―. Él está con nosotros, y aunque no se vea, te puedo asegurar que nos quiere.
― ¿Y quién te lo dijo, si se puede saber?
―Lo siento dentro mío, en todo mi ser. Te puedo asegurar que nos necesita y nos quiere juntos. ¡Es algo vital para él!
― ¿Sabéis algo? Me tenéis aburrido con tu religión. ¡Ya mismo me voy! Tengo las valijas prontas. ¡Hasta siempre! ―Tomó su equipaje y salió apresurado.
―Si él no lo quiso entender nunca se lo vamos a decir, ¿No es cierto? ―preguntó ella tiernamente, mientras se acariciaba la barriga.