Uno de los grandes hallazgos arqueológicos ha sido la Dama de Baza. Una estatua única de la cultura ibérica que, además de aportar muchos aspectos para conocer esta intrigante cultura, es un caso claro de “invisible en la Antigüedad”.
Dama de Baza. Arte ibérico 400 a C. Foto. Museo Arqueológico Nacional (MAN)El hallazgo
En 1971 se excavaba una necrópolis de época ibérica en un cerro próximo a Baza (Granada), conocido como el cerro del Santuario. Se iban a plantar almendros y las remociones necesarias en el terreno destruirían los vestigios de una enorme necrópolis ibérica donde aparecían centenares de objetos, que se perderían o, peor aún, acabarían expoliados y en el mercado negro de antigüedades. Por ello, el profesor Francisco Presedo emprendió la tarea de excavar la necrópolis con el fin de salvar lo que fuera posible.
El hallazgo de la Dama de Baza en julio de 1971: «en nuestra larga vida de excavador nunca hemos sentido una emoción comparable a la de este descubrimiento».
En el verano de 1971 las excavaciones habían descubierto varias tumbas con variopinto resultado, más bien frustrante resultado. Pocas proporcionaban hallazgos de interés y muchas ya habían sido saqueadas desde antiguo. Así que, el día 21 de julio de 1971, ante la tumba número 155, había unas expectativas muy bajas. La tumba 155 resultó ser una pequeña cámara cuadrada excavada en la roca, pero al poco de empezar emergió el rostro de una mujer en piedra con un exótico tocado que, al profundizar, se convirtió en una mujer sentada sobre un gran trono alado.
Pueden imaginarse la emoción del equipo de arqueólogos: “En nuestra larga vida de excavador –afirmó más tarde el profesor Presedo– nunca hemos sentido una emoción comparable a la de este descubrimiento.” Y efectivamente, era un hallazgo que daría un vuelco a nuestros conocimientos de la intrigante cultura ibérica.
¿Quién se encontraba en dicho enterramiento?
Se pueden imaginar el revuelo que supuso en todos los medios de comunicación. Una de las preguntas que la prensa hizo reiteradamente, fue quién estaba enterrado allí, merecedor de tal espectacular escultura. La pregunta es de las difíciles para cualquier arqueólogo. A ver si me entienden. Es fácil quitársela de encima con cualquier hipótesis o suposición, pero es muy difícil acertar con la respuesta porque no existía ninguna inscripción funeraria. Además, la cultura ibérica no ha dejado textos o relatos: su escritura permanece aún sin descifrar y hay que guiarse por el tipo de objetos aparecidos dentro de la tumba.
En el montaje actual, en el Museo Arqueológico Nacional, se expone la Dama junto a todo su ajuar
Sin separarse un ápice de los parámetros del momento –no olvidemos la fecha, 1971– Presedo pensó que se trataba de la tumba de un guerrero. Sin duda, un gran guerrero al que habían enterrado con un desproporcionado número de armas. Más bien un arsenal de cuatro espadas, de un tipo conocido como “falcata”, típicas del mundo ibérico, varias puntas de lanza, algunas manijas de escudo bastante deterioradas y otros restos de armamento peor conservado; al haber acompañado el muerto durante su cremación, probablemente había algún puñal y otras armas arrojadizas. Y todo ello suponía un número extraordinario dentro de las tumbas de cualquier necrópolis. Además incluía varias ánforas y vasos cerámicos para los ritos funerarios. Y la estatua se atribuía a una divinidad femenina considerada una protectora para el más allá.
En arqueología es común que el ajuar defina a su ocupante. Como ajuar se incluyen todos los objetos que acompañaron a la persona fallecida. A veces son objetos que llevaban en vida, como adornos personales –collares, brazaletes, broches-. Otros objetos deberían facilitar la vida en el más allá –comida, bebida, ropa, perfumes…–. Es habitual el hallazgo de juguetes en las tumbas infantiles, también grandes invisibles de la historia. Las tumbas de mujeres suelen incluir collares o pendientes, espejos, a veces útiles de sus trabajos en vida para hilar o tejer. Si la tumba contiene, por ejemplo, instrumental quirúrgico como escalpelos, bisturíes, se atribuye a un médico; otras incluyeron herramientas de oficios como carpinteros, herreros, etc.
Y en esta lógica, las tumbas que contienen armas se atribuyen a guerreros. Sí, en masculino. A veces las armas están decoradas ricamente con incrustaciones de plata y se piensa en aristócratas guerreros o en príncipes. En el mundo ibérico es frecuente leer en las publicaciones términos como ajuares principescos o guerreros heroicos.
Nada es lo que parece
En mi primera entrada de este blog decía que hemos mirado al pasado, pero en realidad no hemos visto lo que había. Hemos mirado de la forma en que nuestros profesores nos enseñaron en las universidades y que ha resultado no ser exacta. En realidad, en toda ciencia –y la arqueología es una ciencia–, se tiene que mejorar la visión de la anterior generación y debe quedar desfasada por las investigaciones de la generación posterior. Si eso no ocurre, algo malo ha sucedido. Así que, no me parece criticable que el profesor Presedo interpretase la tumba como la de un príncipe o un importante guerrero, porque era la forma que se creía correcta en 1971. Otra cosa diferente es lo que hagamos en nuestros días con nuestros conocimientos actuales.
La dama de Baza. Foto: Museo Arqueológico Nacional
Para complicar un poco más las cosas, en época ibérica el rito funerario era la cremación, lo que en su día casi imposibilitaba determinar el sexo de sus ocupantes. Es decir, los cuerpos se quemaban en una pira junto con sus objetos; las cenizas y restos de huesos que no se consumían del todo se guardaban en una urna que se enterraba en la tumba. En este caso, la estatua de la Dama de Baza había servido de urna funeraria, ya que tiene un hueco en su espalda que habitualmente no se ve. La dama de Elche también tiene otra pequeña oquedad, de modo que tal vez cumpliese el mismo cometido.
Los restos óseos que contenía la Dama de Baza se analizaron en 1986. Dieron un resultado de mujer en torno a los 30 años de edad al morir. Lógicamente hubo mucho revuelo, incredulidad, negación…, y reservas por la dificultad de establecer el sexo en unos restos óseos tan fragmentados. Así que, en 2007, se hicieron pruebas de ADN que confirmaron definitivamente que una mujer era la propietaria de tan magnífica tumba.
No entraré en reflexiones que ustedes ya habrán hecho hace varias líneas: si los resultados diesen un varón ni habría habido revuelos ni contra-análisis de ADN.
Tras la experiencia de la Dama de Baza se empezó a no dar nada por hecho. Se analizaron los restos de varias tumbas y se revisaron “anomalías”. En los cementerios ibéricos casi siempre existían una o varias tumbas de mujeres acompañadas de armas. No eran muchas -ni siquiera ocurría en todas las necrópolis-, eran una proporción escasa y algunos estudios las consideraban como un “error” del método. Pero ahí estaban ellas, enterradas con sus falcatas, desafiando nuestros tópicos y reivindicando su papel protagonista en su sociedad.
Colegas de profesión
La crátera de Vix (Museo de Chantillon sur Seine, Francia)
Si levantamos la mirada hacia otras culturas de la misma época histórica, también veremos tumbas de mujeres con un perfil similar a la de Baza. Entiéndame, “colegas de profesión” no deja de ser un eufemismo. No sabemos casi nada de ellas.
Existe una crátera griega famosísima: la crátera de Vix. Una preciosa obra de arte que apareció en una necrópolis de la Edad del Hierro cerca de la ciudad francesa de Vix y que fue otro hallazgo bomba de la arqueología francesa de los años 50. La crátera es un recipiente que se utilizaba para el consumo de vino al estilo griego, que era todo un ritual que fascinaba a las poblaciones de Europa occidental. El vino (carísimo) se traía desde Grecia, se consumía en ocasiones muy especiales, mezclado con agua porque era muy fuerte, y se bebía en unas elegantes copas llamadas kilix.
Detalles de la crátera de Vix (Museo de Chantillon-sur-Seine, Francia)
Esta crátera salta a la vista por su tamaño colosal: mide 1,64 m de altura, pesa 208 kilos y su capacidad es de 1.100 litros ¿Se imaginan el banquete?
Ante todo, destaca por su extraordinaria calidad que ha hecho que pase al olimpo de las grandes obras del arte griego clásico, lo cual no es poco, coetánea de los grandes maestros del siglo V a.C.
No fue el único hallazgo de la tumba que dejaba boquiabierto. Aparecían elegantes copas áticas pintadas (vajilla de bronce) vinculadas al uso y ritual del vino de estilo heleno, una impresionante colección de joyas –collares, broches, un torque o collar rígido de casi medio kilo de oro, brazaletes, etc–, y un carro, lo que la incluye en la categoría de tumbas principescas, en este caso de la cultura celta, fechada, como digo, en el siglo V a.C.
Es la tumba más impresionante de la Edad del Hierro Centroeuropeo, de largo.
A estas alturas ya imaginarán que la traigo aquí porque en su interior había… Sí, una mujer: de unos 40 años, 1,60 m de estatura y con algunos achaques ya que entonces era una edad avanzada. Los rodeos de la investigación por eludir la realidad fueron notables, comenzando por negar la evidencia: ¡ese estudio tiene que estar mal! Y terminan con interpretaciones que evito reproducir porque provocan vergüenza ajena. Los celtas, en el imaginario colectivo, era fieros guerreros y en tal realidad tenían poca cabida las mujeres, y mucho menos protagonismo. Pero ahí está la princesa de Vix, aunque con ese ajuar los términos de princesa o reina se quedan pálidos.
Detalle del torques de oro o collar rígido aparecido en Vix (Museo de Chantillon-sur-Seine, Francia)
El ejemplo no lo traigo para ilustrar que el pasado lo han reconstruido los hombres imponiendo una clara tendencia de género, que eso ya se sabía. A mí me interesa mucho más el intento por llegar al fondo de la historia, aunque sé que no lo conseguiremos, porque tenemos demasiadas vendas en los ojos y demasiados tópicos que nublan la realidad. Creo que aún tendrán que llegar otras generaciones que profundizarán en el asunto y estoy seguro que llegaremos a lugares que ahora mismo ni sospechamos. Porque ni la mujer de Baza ni la mujer de Vix debieron ser excepciones. Debieron ser grandes dirigentes de sus sociedades, a las que se dio un reconocimiento fúnebre excepcional, aunque aún haya que averiguar cuál fue su papel exacto.¿Quién era la Dama de Baza?
En la actualidad se “admite” –me parece hasta triste el término–, que la propietaria de la tumba 155 de Baza debió ser una gran dirigente de la sociedad de la Iberia bastetana del siglo IV a.C. Sobre la alta concentración de armas encontrada, el profesor Quesada Sanz propone la idea de que se hubiera depositado en ella la panoplia de cuatro guerreros, ya que había restos de cuatro armas de cada tipo: cuatro falcatas, cuatro escudos, cuatro lanzas …. Tal vez representaban a cuatro colectivos más extensos, a modo de grandes linajes o grupos de tipo tribal (ver el estudio: Las armas de la sepultura 155 de la necrópolis de Baza)
La escultura representa a una mujer de alta alcurnia ibera, como dice la ficha del Museo Arqueológico Nacional. Representada con unos rasgos individualizados, parece el retrato de una mujer que a los 30 o 40 años ya era mayor, y que posó con sus mejores galas: túnica, manto aún pintado con ribetes rojos, complejo tocado y un despliegue de joyas espectacular: diadema en la frente, enormes pendientes de cubo, collares de varias vueltas, collaradas sobre el pecho con ostentosos colgantes de ovas y perlas cónicas y varios anillos en los dedos. A la vez presenta atributos divinos, como su trono alado -propio de una diosa- o un pájaro que sujeta en una de sus manos.
¿Una diosa ibera? ¿El retrato de la dueña de la tumba? ¿Una mujer divinizada?
No me gusta nada ponérselo fácil al público lector, así que no voy a dar respuestas facilonas porque ni la arqueología, ni la historia tienen el relato cerrado. Aún queda mucho por caminar y por descubrir; nuestra generación ha recorrido parte del camino y las siguientes deberán recorrer el resto. Tienen mucho trabajo por delante y muchas preguntas que resolver. Y es mejor así, que sea gente nueva, con menos vendas y menos tópicos.
De todos los detalles de la Dama, quizá el más humano (o el más divino) sea un pajarillo que sujeta en su mano izquierda atiborrada de anillos. Foto M.A.N
Emilio Campomanes Alvarado
Licenciado en Arqueología e Historia de la Antigüedad y arqueólogo profesional durante 25 años, ha trabajado en la provincia de León y limítrofes, sobre todo en lugares de época romana como el anfiteatro, el acueducto o la Puerta Obispo de la ciudad de León, o el ad Legiomen (Puente Castro); también otros medievales como San Miguel de Escalada o la iglesia paleocristiana de Marialba de la Ribera, e incluso algunos modernos. Aunque la mayoría han sido relacionados con su especialidad en época romana, siempre ha mirado hacia los periodos difíciles, como la transición entre la Antigüedad y el Medievo.
Afirma haber muerto y haber regresado y desde entonces dice haberse “jubilado”. En ese momento es de las pocas veces que deja de hablar interminablemente. Aunque ser arqueólogo se lleva dentro y difícilmente dejará de sentirse tal. Tipo excéntrico –por si el lector aún no se había dado cuenta–, afirma que le gusta la enseñanza, para horror de los profesores de verdad, los profesionales. Imparte cursos, clases, talleres en el medio rural y afirma que le divierten mucho. Pero no se considera profesor y afirma haber sido rechazado en varias ocasiones para entrar en la enseñanza, lo cual honra un cuerpo serio como éste.
Ha publicado numerosos artículos de investigación en diversas revistas científicas y en congresos. Si a alguien le interesa aburrirse leyendo alguno, puede descargarlos aquí (https://independent.academia.edu/EmilioCampomanes). Pero desde hace unos años se ha pasado a la divulgación, que espera hacer con rigor, aunque su mayor interés es no aburrir al público lector, ni desde luego aburrirse a uno mismo. Fruto de su interés por la divulgación son dos libros “Guía del León Romano” y “El Legado de Roma en León”, ambos en la editorial Lobo Sapiens. Ha estado inmerso en un proyecto llamado “Hispanas”, recogiendo noticias de la actividad de las mujeres en la Hispania romana.
En la actualidad se encuentra inmerso en varios proyectos de los que se niega a dar información: “si cuentas tus proyectos se gafan”, afirma con voz seria.