Los silencios
Te vi contra el sol
los manzanos te rodeaban
y una luz tenue iluminaba tus pasos.
El atardecer me traía tus deseos
y las hojas,
murmuraban tu nombre.
La noche suspiró arrullo de viento,
mientras el cielo,
nos cobijó con su azul.
Quise morir en tus ojos,
mientras tus manos,
recorrían mi cuerpo.
Caminos de ida y vuelta
grabados en la geografía
de mis valles y montañas.
Tu voz, como un salmo,
evocaba futuros de fantasía.
Y no, no quiero.
No quiero promesas,
sólo que te ancles a mi vida,
mientras los silencios enmudecen
y la luz del nuevo día me penetra.
María G. Vicent ©
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