Subir al inicio

libres, digitales, inconformistas

libres, digitales, inconformistas

UNA GRAN BROMA by María G. Vicent

Ilustración tomada de Pinterest

Yo no quería ir.

Nunca me gustaron los tanatorios. Ya el nombre me crea una especie de desazón. Y no es porque me de miedo la muerte. No, no me asusta, pero me horroriza la liturgia que la rodea.

Pero tenía que estar allí porque ella lo necesitaba.

Le di un abrazo grande, esos de oso que tanto nos gustan a las dos. Al hacerlo, me di cuenta que era muy menuda y que se estremecía.

Es curioso, como mi mente se dividió en dos pensamientos; por un lado la rabia que sentía por lo injusto de aquella muerte y por el otro el que no me hubiera dado cuenta de lo chiquita que era aquella persona a la que conocía desde hacía años.

Alrededor todo el mundo comentaba, decía, alababa al que se había ido y en algunos casos, los menos, se reían por el comentario jocoso del vecino.

Me alejé, necesitaba estar sola porque al tiempo que la angustia me llevaba, pensé en la gran broma que nos gasta la vida. Me sentí engañada porque pensé que tanto hijo de que van por el mundo pisoteando cabezas, ahí siguen y una buena persona que no había hecho daño a nadie, se marchaba así de repente, sin dar tiempo para reaccionar.

Aunque… ¿cómo vas a reaccionar?

Nunca es el tiempo para que la persona a la que quieres se vaya para siempre. Ni para hacerte a la idea que es la despedida final, horrible por definitiva.

Me acerqué para despedirme. Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando la abracé de nuevo, pero ya no tenía demasiado claro por qué lloraba, si por ella, por mí o porque la vida, en aquel momento, me parecía totalmente injusta.

No, la vida no era justa, por eso, había que apurarla minuto a minuto porque nunca sabías en que momento te podía dar una puñalada por la espalda.

BLOG DE LA AUTORA: https://temiromemiras.wordpress.com

Categorias

Deja un comentario

Facebook
Twitter
LinkedIn