(Este artículo aparece editado en conjunto con MasticadoresItalia)
Como dice Francesco De Gregori: "Apuesto a que está nevando, es Navidad en dos días, apuesto al frío que hace".
No hace mucho frío y no creo que nieve. Después de todo, durante los más de cincuenta años que he vivido en Pistoia, no recuerdo que alguna vez hayamos tenido una blanca Navidad en la ciudad. La mayoría de los años nevaba entonces, aunque no en Navidad. Solo unos copos, un poco de cal, pero a veces una buena nevada de las grandes, que hace que toda la ciudad se desplome. Recuerdo una vez que salí de casa a la hora de siempre para ir a la escuela, pero no lograba hacer arrancar el coche, entonces tomé el bus, que me dejó a unos cientos de metros de mi instituto, y me aventuré a salir. Con las botas hundidas en la nieve, llegué una hora tarde y me encontré con que ninguno de mis alumnos había aparecido.
Hace más de diez años que no nieva en Pistoia: la última vez fue en 2009, cuando mi marido se quedó atascado en la autopista, mi hija consiguió llegar al aeropuerto de Bolonia, desde donde tenía que salir para Londres, gracias al glorioso ferrocarril de Porrettana, ya que la línea Prato-Bologna estaba fuera de servicio, y mi hijo se quedó a dormir en el aeropuerto de Pisa porque su avión a Estocolmo no podía salir. Otros tiempos, otros climas. Ahora todo lo que podemos esperar es una buena tormenta de viento o una inundación en toda regla.
Según el presidente Zelenski, los niños ucranianos le escriben cartas a Papá Noel pidiéndole armas, medios de defensa aérea y la codiciada victoria. No sé si es verdad, no sé si los niños ucranianos aspiran a un invierno de guerra para derrotar al enemigo invasor: dentro de mí espero que quieran buena comida, una casa intacta y calentita, juguetes y dulces. , y sobre todo que la guerra termine.
Por mi parte, tendría tantas cosas que pedirle a Papá Noel, o al Niño Jesús, como decían cuando era pequeño: paz, no sólo en Ucrania sino en todas las regiones atormentadas de este feo mundo; justicia para los pobres y marginados de todos los países, para los migrantes que nadie quiere, para los trabajadores explotados, para los que no tienen dónde quedarse, y cada vez son más. Y la reconciliación entre los seres humanos y su entorno, esta Tierra que no saben amar ni respetar sino que sólo pisotean y destruyen.
You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope some day you'll join us
And the world will be as one.
Traducción j re crivello
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