martes, diciembre 5 2023

Prestar atención by Franco Puricelli


Nuestra atención es el regalo más valioso que podemos dar, es el mejor reconocimiento que podemos hacerle a una persona, el más incuestionable gesto de interés que podemos dirigir a un objeto. La atención es además un bien escaso: puede concederse a muy pocas cosas y siempre por tiempo limitado. Dividir nuestra atención es diluirla, poner el foco en muchas cosas al mismo tiempo degrada la dedicación concedida a cada una de ellas. Por eso “llamar la atención” es tan valorado, por eso nada se agradece más que una “buena atención”.     Atender es destacar algo por sobre el resto, es iluminar una cosa mientras otras permanecen a oscuras. Pero estas metáforas son insuficientes. Que algo sea atendido no quiere decir solamente que está subrayado o iluminado, sino que es objeto del interés, que hay energías humanas dirigidas a ello. Lo que está fuera del interés está fuera del trato o es objeto de un trato secundario. Nada pone en valor más que la atención, nada desvaloriza más que la indiferencia.     Si bien estas reflexiones pueden parecer en buena medida obvias, muchas veces olvidamos el rol fundamental que cumple la atención en nuestro mundo. La atención misma rara vez es objeto de nuestra atención. Decimos “el árbol es verde”, “el pájaro canta”, “los diamantes son caros”. No solemos advertir que estos enunciados deben su pertinencia al hecho de que el color del árbol, el canto del pájaro y los diamantes en general son objetos del interés. Esto no quiere decir que los pájaros dejen de cantar cuando no se les presta atención. La atención no altera la realidad en este sentido, sino que delimita en gran parte las fronteras de nuestra realidad vivida. No hace falta insistir en la importancia de esto para nosotros.     Este insuficiente reconocimiento del valor de la atención nos lleva a distribuirla de manera descuidada. Por ejemplo, solemos dedicar muchísimo tiempo a cosas que, si nos preguntan, decimos que son irrelevantes para nosotros, que no nos importan. Pero dedicar atención es dar importancia. Dos opciones: 1) no tenemos claro lo que nos importa; 2) estamos malgastando nuestra atención. Cualquiera de estas dos posibilidades es grave. Vivimos en un mundo poblado de cosas diseñadas para competir por nuestro tiempo e interés. Llamar la atención es fundamental porque, como dijimos, prestar atención a algo es dedicarle energía, y todo lo que existe quiere que se le dedique energía. En un mundo en el que todo es llamativo, en el que todo parece urgente y esencial, mantener el dominio de nuestra atención es cada vez más difícil. Sin embargo, nada puede ser más importante, ya que mantener el dominio de nuestra atención es mantener el dominio de nuestros intereses y de nuestra vida.

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