Me gustan el caramelo de palo a la antigua; los helados de hielo que llevan el plástico pegado y desigual, la casa arreglada y limpia; las tardes de domingo de otoño cuando el frío aprieta pero aun no estamos hartos de él; la cara lavada de mis vecinos y sus saludos hipócritas de envidia, o sus saludos de amor sin rabia; la cuenta en Euros llena y rebosante de los años felices (de antes de la crisis).
Me disgusta la gente obsesionada por colgar sus banderas en el balcón (cada vez se parecen a los obsesionados americanos); la crisis y sus palos; la mala baba de los chinos en llenarnos de porquerías; la pata del león aburrido que vemos en el Zoo; la respuestas estúpida del cobrador del agua cuando le debemos y nos quiere cortar el suministro; la carta del banco diciendo que le debo y tiene razón.
Y… convivo, con un señuelo, pensar que vamos a mejor, como en los años 60.
2 Comments
Yo creo que en el fondo, mejorar, no vamos a mejorar. Pero oye, que pensarlo ayuda. No sé a qué con exactitud, pero ayuda.
La esperanza es lo ultimo que se pierde. Buen articulo!!!