La sed te acompaña...
Vuelves
regresas al húmedo útero de la lluvia.
Desciendes
bajas lento, más lento, más profundo
hasta penetrar la entraña cóncava, insondable
hasta tantear el embrión perdido del vacío.
Luego descansas
sacias tu sed con el amargo semen de la nada
y abandonas tu semilla en mi cimiento malva.