viernes, abril 26 2024

ORÍGENES: Mi diario by Felicitas Rebaque

Las aguas del Duero mecieron mi cuna, y los pinos, huertas y viñas me vieron dar mis primeros pasos en el pueblo castellano en el que nací porque sí, soy de pueblo. Estoy convencida de que mis experiencias de niña y mi exaltada imaginación, alimentaron mi pasión por narrar lo que yo experimentaba en cuanto dominé la escritura. Así, paseando con mi abuelo, por las huertas, por los pinares, por la orilla del río, escuchaba las historias que me contaban esos parajes.

No hay escritura sin lectura, y ya de niña leía todo lo que caía en mis manos: devoraba los cuentos de hadas, tan populares en aquella época, las aventuras del Capitán Trueno y Sigrid me fascinaban, las novelitas románticas de “Estefanía” que leía mi abuela… Los libros de aventuras: Julio Verne, Dikens, May Alcott, Lewis Carroll

Según fui haciéndome mayor me pasaba las horas en la biblioteca de mi abuelo descubriendo a los clásicos, sobre todo de la literatura española: Cervantes, Lope de Vega, Azorín, Jacinto de Benavente, Unamuno…

Mis primeros escritos fueron las típicas redacciones que nos mandaban en el colegio que en muchas ocasiones nos hacían leer en voz alta. Pero yo necesitaba escribir lo que experimentaba, temas más personales, por lo que comencé a escribir un diario que aún conservo. Ilusiones, frustraciones, mis primeros enamoramientos, mis descubrimientos de la vida quedaron plasmados en sus páginas en prosa y en verso.

Y desde entonces, nunca he dejado de escribir. Lo hacía para mí, era una necesidad imperiosa que siempre he intentando realizar, a pesar de que, por aquella época, la familia, la crianza de los hijos y mi trabajo de enfermera ocupaban todo mi tiempo. Hasta que un buen día, los hijos crecieron y volaron por su cuenta. No experimenté nunca eso del “nido vacío” porque lo llené de historias que se fueron depositando en mi “haber” durante tantos años. Habían estado reposando, como el buen vino y estaban listas para salir a la luz. Y así, fue como una tras otra, trazaron un camino o trayectoria que sigo transitando. 

No puedo dejar de escribir, se lea lo que escribo o no, para mí, es tan imprescindible como el comer o el respirar, por eso afirmo que “soy un reflejo de mis historias. Si no escribiera, sería una sombra de mi misma”.

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