viernes, abril 26 2024

LA SANTA INQUISICION

By Paula Castillo Monreal

Le quitaron la palabra y la capacidad de ver. El padre, nada más nacer, tocó con su dedo índice la cruz de Caravaca que la niña mostraba en el paladar. «Se hará más grande con la edad», refiriéndose a la cruz.

La niña abría la boca sin llanto mostrándose entera.

La piel parecía el pelaje de un animal.

La niña nació la noche que pretendía ser de luna llena a pesar de no serlo. El padre sacó el cazo de agua hervida a la ventana del dormitorio en el que la madre aullaba. A la niña, que venía de nalgas consiguieron darle la vuelta y, cuando pensaron que ya estaba todo perdido, vieron aparecer el pelo negro entre las piernas de la madre, enrojecidas y agotadas del esfuerzo.

Nació pequeña y morada. Las manos parecían garras y su boca un hocico al que le faltaban los colmillos fieros. La cabeza, llena de rizos negros, le hizo pensar al padre que sería apta para la vida.

Lo que nunca imaginó es que tendría que quitarle de un plumazo las visiones y las ganas de aullar que traía del otro mundo, antes de ser devorado.

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