A mi madre; mi amor, mi inspiración, mi guía.
Trabajo, familia, quehaceres… Todo le resta minutos al día.
Pero pasar una tarde contigo, no se acerca ni por asomo a todas las tardes que me has cuidado, a todas las noches que has velado mi sueño. A tantas madrugadas esperado mi regreso.
Los años han hecho mella en ti, y cuando te veo caminar con tanta dificultad me gustaría regalarte un poco de mi juventud para que cada paso no te suponga tanto dolor. Pero no es posible, la vida marca un ritmo y el tiempo un deterioro imparable.
Tu orgullo por cada insignificante éxito mío me transmite la confianza que tienes depositada en mí, la seguridad que has fraguado en la mujer que ahora soy, en la capacidad de esfuerzo que me inculcaste, para empezar una y otra vez a luchar por mis sueños.
¿De cuántos túneles oscuros e interminables no habría salido, si tú no hubieras sido la luz que me guía hacia la salida y la mano tendida que me arrastraba cuando me flaqueaban las fuerzas?
Ahora, son mis brazos fuertes los que te ayudan, pero no es porque sea tu hija, sino porque me enseñaste a ser como tú.
¿Qué motivo podía tener para no estrujar el tiempo de cada semana y robarle los minutos necesarios para pasar juntas una tarde?
Lo más importante de esta historia de amor, mami, es que con tu corazón desbordante me enseñaste a quererte para siempre, por siempre y sobre todas las cosas
1º Premio Literario Uryula Puro Arte, 2015
1 Comments
La vida de madre e hija amorosamente retratada.