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Lazos de sangre ©by mabm

mbmn Eran hermanos de leche. Habían nacido con poco tiempo de diferencia y crecido alimentándose del mismo pecho. El primero en ver la luz fue el valor y tras él llegó el miedo. Por sus venas no corría la misma sangre, pero ambos eran la cara y la cruz de la misma moneda y su vínculo era más fuerte que los lazos carmesí. Capítulo I De niños solían pasar días enteros jugando bajo el sol, que se filtraba a través de las ramas de los árboles que poblaban el bosque que les hacía de patio de juegos. El mayor era muy intrépido y siempre andaba infundiéndole el coraje que le faltaba al más pequeño. Pronto a sus pueriles correrías se les sumaron otros dos como ellos, cortados con el mismo patrón: el amor y el odio. El valor se enamoró del amor, a sabiendas que este le hacía débil y vulnerable. El miedo, por su parte, hizo muy buenas migas con el odio, tras el cual siempre escondía su verdadero rostro. Capítulo II Un día el miedo descubrió que tenía un gran poder sobre las personas y que estas, por miedo, acataban su voluntad. Encontró poderosos aliados en los demonios ajenos, los cuales se nutrían de él. Y pasó mucho tiempo... Y en el nombre del miedo, el odio se apoderó del corazón de los hombres, matándose entre ellos. Y los demonios se asieron con más fuerza al miedo que les alimentaba, mordiendo la mano que les daba de comer; y el valor le tendió la suya.  

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