
Ya está el vecino otra vez jugando al baloncesto. Hoy parece que está enfadado. Lo noto por cómo bota el balón. Con furia. Quizá haya discutido con su novia. O con sus padres. O se ha cabreado con algún amigo. Puede haber tenido un mal día en el trabajo. No sé si estudia o trabaja. En realidad, apenas le conozco.
Podría cruzarme con él por la calle y no saber que es él. Sin embargo, conozco sus estados de ánimo por la forma en que bota la pelota de baloncesto. El sonido del esférico contra el cemento a veces es pausado y cadencioso, otras veces rápido y continuo. Puede botar suavemente o con mucha fuerza. Pero cada bote parece mostrar un estado de ánimo: alegría, calma, cansancio, euforia, tristeza, rabia… Algunos días los tiros van directos a canasta, encestando seguido con mucho acierto; en cambio, otras veces oigo como la pelota rebota en el aro una y otra vez. Según el día. Como la vida misma.
Es como el caminar de una persona. Por sus andares reconozco a muchos y en su forma de pisar, a veces, se puede averiguar su estado de ánimo. Es curioso.
Algo inquieta hoy a mi vecino. Está enfadado. Lo sé. Él aporrea el balón con furia y yo las teclas de mi ordenador. Da igual quién sea él. Da igual quién sea yo. Es el ruido que nos une…
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Add yoursRelato y reflexión. Brillante.