Normalmente no escribo en sábado. Pero la grandeza de Masticadores es que recoge a escritoras y escritores que sacan su pluma y sus ideas muchas veces en condiciones personales difíciles. Algunos se programan, otros buscan horas muertas entre sus trabajos o la lógica de la supervivencia. Siempre su corazón late para que su voz sea oída. Mi WhatsApp, o mi Messenger, o el email pueden sentir ese latido, por ejemplo el de una filósofa conocida que trabaja muy temprano y a las 6:15 me pone:
“Bien Juan, adelante seguimos trabajando”, y se afana por entregar sus dos artículos semanales. O los que entran desde la otra orilla del Atlántico cerca de las 23 (ya en mi noche) cuando ya cabeceo y miro de reojo sus latidos, alegres, estimulantes que dicen: “¡ya está! ¡Te he enviado mi texto!” Solo se puede ser editor y comunicador en la jungla de Masticadores con estos guías antológicos, por citar a otro:
“Juan, hoy toca subir Poe” Y Edgardo Villarreal me dice muy suave que es la tarde del 6 de enero de reyes y debo dejar unos minutos la tele con la familia para honrar nuestros compromisos. O, aquella luz que llega desde Chile, cuando Eduardo Schele me pasa la nueva plantilla de MasticadoresChile, que previamente en dos líneas habíamos conjurado.
Es que a veces son tres líneas, de afecto, de trabajo, de compromiso que abre una puerta a la comunicación por donde transitan escritores, como Felix J. desde Cuba que dice:
“Estoy vivo, es que no he tenido conexión a internet”. Pistas sobrecogedoras que hablan de esta comunidad, o Felicitas Rebaque que sale en viaje familiar desde León al interior de Cataluña, pero desde allí me manda material de las Bio de autores para darles visibilidad. O F. J. Martín que cada jueves trae la News, cargada de vida, llena de solicitudes para buscar sus lectores.
Todos y me olvido de varios, pero citaría a Manuela Timofte, editora de Rumanía, que me enternece al decir:
“Gracias Juan por acordarte de MasticadoresRumania!” Y le podría contestar, gracias a ti por entender nuestro espíritu construido en dar a los demás su espacio y su libertad con nuestras horas libres.
Así somos señores, así es llegar a lectores. Así es atraer a escritores cargados de ilusión que hacen esfuerzos en las condiciones de Pandemia para influir, escribir, razonar, respetar, hacer alma. ¡Sí!, hacer alma de ciudadanos comprometidos.
¡Gracias a todos! Y me despido publicamente del editor durante un año de la edición inglesa Gobblers, de Jorge Aldegunde, un tipo genial, que escribe muy bien y quien le dio nombre a esta versión (la seguiremos editando Manuela Timofte y yo), y tendremos en cuenta tus ideas. Si ya sé que no te vas, seguiremos publicando tu escritura, versátil y con cierto aire a meigas de Galicia ¡Gracias Jorge!
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